emprendedoras
Se conocen en clase de costura en Valladolid, surge una historia de amor inesperada y termina emprendiendo con su suegra de 61 años: "Te vas picando"
Ana trabajaba en otro sector pero sí relacionado con el textil y eso unido a la experiencia de Mari Mar, decidieron abrir la tienda en el barrio vallisoletano de Parquesol

La costura unió a estas dos vallisoletanas que terminaron siendo familia: “Allí nos conocimos y hasta el día de hoy”
Valladolid - Publicado el - Actualizado
2 min lectura
La costura fue el punto de unión entre dos vallisoletanas que decidieron emprender con un negocio en ese sector. Ana y Mari Mar se conocieron en un taller de costura, pero no solo ellas. Fue en ese lugar donde Ana conoció a Jorge, su pareja y padre de su hija y que es precisamente el hijo de Mari Mar. “Allí nos conocimos y hasta el día de hoy", recuerda.
Ana nos ha contado en Herrera en COPE que fue una tarde en clase de costura donde fue Jorge “a arreglar un enchufe”, allí se conocieron y ahora todo queda en familia. Eso además, hace que a pesar de ser difícil tener tu propio negocio “si la familia te apoya es más fácil”. Hacen arreglos y confeccionan prendas a medida que es “lo que más nos gusta hacer”.
Es un servicio para todo porque “los arreglos se siguen necesitando”. “Antes lo hacían las abuelas en casa y eso se está perdiendo”, nos dice Ana.
¿Cómo decidieron abrir su negocio de costura?
Son de generaciones distintas, a Mari Mar apenas le faltan unos años para la jubilación, tiene 61 y había trabajado de administrativa. “Siempre decía el único mueble de casa que no limpio el polvo es la máquina de coser”, relata Mari Mar.
Mientras, Ana trabajaba en otro sector pero sí relacionado con el textil y eso unido a la experiencia de Mari Mar, porque su madre también hacía labores de costura, decidieron dar una oportunidad y abrir esta tienda Tabepi en el barrio vallisoletano de Parquesol.
Una decisión que fue “un poco al azar” cuando estaban comentando qué podían hacer. Dicho y hecho. Tenían ya disponible un local y “todo vino rodado”.
Mari Mar se consideraba “una costurera aficionada” pero con el curso fue aprendiendo cada día más y finalmente se embarcó en este proyecto. Recuerda que cuando le contó a su madre la idea de abrir este negocio le dijo “pero hija si nunca te ha gustado la costura” pero luego encantada. “Siempre me decía, quién me lo iba a decir a mí que te iba a ver con una aguja en la mano”, recuerda.
Reconoce que a día de hoy “le da rabia” no haber aprendido antes porque es un arte”. Cuando aprendes, te gusta y “te vas picando un poquito más”.