Lo ha vuelto a hacer. Verónica, la profesora de Valladolid que se disfrazó de cuerpo entero para enseñar a sus alumnos del Colegio María Teresa Íñigo de Toro el funcionamiento del cuerpo humano, ha vuelto a convertirse en viral con uno de sus proyectos de innovación educativa. Se trata de un 'Hospital Ortográfico', una idea que conoció a través del perfil de una 'instagrammer' (@la.clase.de.lore), y que ha suscitado enorme interés tras compartirlo en su perfil de Twitter su marido, Michael.

En su primera media hora de apertura —el tiempo que duró un ejercicio de dictado—, el complejo hospitalario recibió una quincena de palabras. Entre ellas, "rrabo". Sí, con doble erre al principio. Una falta "muy gorda", según Verónica. O "berde". La iniciativa le ha servido a esta profesora para comprobar que algunos de sus alumnos escriben de forma errónea, incluso, su apellido al iniciar su escritura con una letra minúscula en lugar de con una mayúscula.

Según ha relatado Verónica a su paso por Herrera en COPE Valladolid, las palabras, una vez llegan al 'Hospital Ortográfico', son operadas "de urgencia". Y después "pasan a planta" para exponerse a los alumnos "una vez están ya corregidas". "No pueden estar una semana viendo la palabra mal escrita porque se fosilizaría el error", argumenta Verónica. "Que es lo que no queremos", enfatiza.

Las faltas "más graves" son tratadas en una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y se exponen en el aula durante, aproximadamente, una semana. Las "menos graves", como las tildes, únicamente requieren de un par de días para recibir el alta hospitalaria.

Pasado el tiempo de recuperación, los alumnos recogen las palabras que habían mandado al 'Hospital Ortográfico'. Todas ellas pasarán a formar parte de un "diccionario de palabras sanadas". El menos abultado tendrá premio a final de curso. Es la manera que ha encontrado Verónica para frenar a aquellos que comenzaron a cometer faltas de ortografía "a propósito" porque estaban "encantados" de enviar sus palabras a sanar.

Una correcta ortografía, advierte Verónica, es una carta de presentación "muy potente". Y el mantra de la lectura como herramienta para evitar errores en la escritura "no siempre funciona porque depende de la memoria visual del niño en cuestión".