"El Trasgu de Paradilla" recupera tradiciones, palabras y topónimos de la zona de Gordón en clave de humor

"El Trasgu de Paradilla" recupera tradiciones, palabras y topónimos de la zona de Gordón en clave de humor
Madrid - Publicado el
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Hoy en Cope León hablamos del libro "El Trasgu de Paradilla" con texto de Manuel Ferrero e ilustración Diego Arias Refoyo con edición bilingüe en español y asturleonés.
Jose Manuel González Fernández, presidente de Paradilla de Gordón nos comenta. "El Trasgu De Paradilla es un intento de recuperación de tradiciones, palabras y topónimos un poco olvidados en la zona de Gordón, unos basados en hechos reales y otros en forma de cuento; en definitiva, lo que siempre fue un filandero."
Es de sobra conocida la majestuosidad de algunos parajes de la montaña leonesa, en concreto Paradilla de Gordón es un lugar de gran hermosura. A mayores de eso, suma como atractivo ser un hervidero cultural, un punto de encuentro de las gentes y un espacio con memoria viva de grandes sucesos y tradiciones. La ruta del Celorio, la ruta del Trasgu, las estatuas que el genial Amancio González creó para el pueblo (La Manona, el Trasgu y el columpio) y el centro la abubilla, hacen de este lugar cuco, un espacio a tener en cuenta no solo por su belleza sino por su impulso a la cultura de León.
El libro es otro paso más en la tarea de poner en valor el patrimonio cultural y concretamente, el inmaterial. De todos es sabido que lo que no se nombra, no existe y lo que carece de palabra para ser localizado a menudo se olvida, se pierde, se desprecia o no se ama. De unos años para acá se ha ido recuperando la toponimia de estos lugares. Eso pone en valor el legado leonés de nuestros ancestros. Cada palabra esconde un modo de mirar, de ver, de pensar y de amar. Al traducir la versión del español al leonés surgía un problema. El leonés de esa zona está ahora mismo en proceso de gran investigación, pues no quedan casi hablantes. La esperanza es que el libro ayude a que la gente lo valore, lo use y lo investigue. Para no equivocarse Nicolás Bartolomé lo tradujo a un habla más generalista, pues intentar fijarlo con el habla concreta de la zona traería controversia y errores.
Por deseo del pueblo de Paradilla, tras uno de sus míticos filandones en la abubilla, Manuel Ferrero recibe el encargo de inventar la historia del Trasgu de Paradilla, ya que recientemente han inaugurado una estatua que preside el inicio de una hermosa ruta de montaña. La estatua representa a un duendecillo inocente y travieso que se tapa la cara con una mano. La explicación del gesto es sencilla, ¿Quién no ha jugado al escondite con un niño pequeño que cuando se tapa los ojos y no ve, se cree que los demás tampoco le ven a él? El gran honor de escribir este relato recayó en escritor y narrador gordonés. Un apasionado de las montañas. Para escribir el libro, pronto se vio que había que profundizar en la mitología de León para llevarla al paroxismo ¡Qué modo mejor para hacer eso, que crear un calecho o facendera literaria! Manuel se reunió con las gentes de Paradilla y después de recorrer los lugares por los que andaba, y aún anda el Trasgu, y saber sus nombres reales, escuchó con deleite, asombro y muchas risas, un montón de eventos históricos reales de la intrahistoria de Paradilla. Al cuajarse en este libro ese calechín, el trasgo mezcló las cosas en la mente del autor, de modo que no se sabe que parte de lo que el relato cuenta es sucedido real y cual invención de la mente extraviada del escritor que busca añagazas y efectos de trama. En todo caso, el resultado ha sido un delirio de historia, llena de momentos de humor y sorpresa. Recomendable para lectores a partir de 10 años y hasta los 150.
Creado el cuento hacía falta algo más, se imponía traducirlo al asturleonés, para lo cual, el siempre esforzado y generoso, Nicolás Bartolomé, puso su saber y buen hacer. Lo hizo por amor al arte, porque tiene arte y amor, y de ese modo, ya se tenía la doble versión de la historia. Es curioso que el leonés le añade a la obra un toque cercano, auténtico, lleno de sones ancestrales, talmente parece que un güelu de otros tiempos nos susurra al oído y al alma. Pero nos faltarían aún otros dos pilares para que naciese este libro. Uno, los dibujos y dos, el editor.
Para la ilustración el jovencito Diego Arias Refoyo, también oriundo de la zona, puso su colorido e ingenio al servicio de la obra dotándola de frescura y alegría y como no podía ser de otro modo, el lobo, ese resistente Lobo Sapiens, dijo que ponía los medios para que está barbaridad de filorio se materializara en libro.
El proyecto empezó a fraguarse a finales de 2018 y no ve la luz hasta hoy. La cuidada edición en pasta dura y papel con gramaje especial produce un gran deleite a quien la disfruta. Es un libro amable y acogedor. La obra está prologada por nuestro querido Fulgencio Fernández, el tío Ful para los amigos y cuenta también con el epílogo de Emilio Gancedo.