Era muy probable que sólo pudiera recuperar entre un 25 o un 30 por ciento de la movilidad de su cuerpo. Ese fue el diagnóstico que le hicieron a Jaime, un conquense de entonces 19 años, tras sufrir un accidente en la playa.

Las estadísticas con una lesión medular “eran muy negras”, “sólo cabía esperar un milagro”, dice Jaime, y el milagro sucedió.

Todo comenzó en 2017 cuando Jaime, tras impactar con sus brazos y su cabeza en una duna en la playa de Gandia quedó, en un primer momento, sin poder mover su cuerpo de cuello para abajo. El primer diagnóstico en Valencia fue muy duro, "mi lesión era tan alta y tan grave que se suponía que no iba a poder salir de una cama articulada". “Lo primero que hice fue quedarme en shock, para mí fue duro, pero mucho más para la gente que me acompañaba porque al principio es como que no te lo crees”, explica.

Jaime ingresó en el Hospital Clínico de Valencia y, después, pidió su traslado al Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo. Su situación se complicó todavía más ya que debido a una escara producida por estar durante tanto tiempo en la cama tuvo que ser intervenido en dos ocasiones. Sufrió un fallo multiorgánico y tuvo que estar unos días conectado a un aparato de respiración asistida.

Tras una serie de pruebas, en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo le dijeron que era muy probable que sólo pudiera recuperar entre un 25 o un 30 por ciento de la movilidad ya que las estadísticas con una lesión medular de sus características no eran favorables.

El joven pasó 26 meses recuperándose en el Hospital y, a día de hoy, ya anda con muletas. Tras salir del hospital continuó su recuperación en la Casa del Agua Sport en la capital conquense.

Según explica, la motivación que tenía para seguir adelante era la gente de su alrededor ya que “hacerles culpables de lo que me estaba pasando me mataba por dentro”. “Yo intentaba sacar fuerzas de la gente que quiero y de mi fe en mi Santísimo Cristo de la Salud”, asegura.

“Cada día”, dice Jaime, “sabía que tenía que dar el cien por cien de mí, hacer sentir tranquila y feliz a la gente que quiero”, y sobretodo, que sintieran que les agradecía “todo lo que le daban”. “Mi padre y mi madre han tenido siempre muchísimas esperanzas en mí, sabía que pasara lo que pasara siempre iban a estar a mi lado y eso era lo que me decía que no podía parar, que esto no era el final de nada”, cuenta el joven.

Jaime recuerda con una sonrisa como empezó a recuperar primero los brazos y, después, vio una contracción en una pierna. Comenzó a andar con muletas y un arnés, ya podía cambiarse solo hasta que, un día, se vio en la calle de pie con dos muletas. “Es algo imposible y lo estás cumpliendo”, se decía a sí mismo.

Otra de las ilusiones de Jaime es la de poder caminar, “aunque sólo sea unos pasos” al lado de la talla del Descedimiento. “Fue el primer pasó que porté sobre mis hombros, pude llevarlo durante tres años consecutivos y pensar que nunca más iba a poder estar ahí era muy duro”. Este año tenía su petición de poder acompañarlo en las filas andando pero el tiempo se lo impidió. Su fe también fue determinante en su recuperación. Ve fotos y vídeos de la Semana Santa de Cuenca y espera con ilusión poder algún día poder llevar la talla sobre sus hombros “aunque sólo sean cinco pasos”.

El joven se queda con el aprendizaje que le ha otorgado esta dura experiencia. A la gente que conozco les intento trasmitir el valor de disfrutar cada momento como si fuera el último. “Jamás pensé que podría dejar de caminar, hacerlo es un privilegio al que no le das importancia, pero cualquier momento puede ser el último así que hay que darle gracias a Dios siempre y disfrutarlo”.

COPE Cuenca entregará el premio ‘Imparables’ a Jaime en la séptima gala de premios COPE que se celebra el próximo 23 de octubre en el Parador de Cuenca.

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