Las situaciones que están situando el empleo industrial de Cantabria, en la cuerda floja: "Días clave"

Daniel Lacalle, economista, aporta en COPE su visión acerca de la compleja situación que atraviesa Bridgestone, y las dificultades de exportación a consecuencia de los aranceles

Entrevista de María Gutiérrez al economista Daniel Lacalle
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Álex García

Santander - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Cantabria vuelve a mirar con preocupación hacia dos de sus grandes pilares industriales: la automoción y la conserva. Esta semana, la región se enfrenta a dos amenazas que tienen un mismo punto en común: el riesgo de perder empleo.

Por un lado, la planta de Bridgestone en Puente San Miguel podría recortar 211 puestos de trabajo. Por otro, el sector conservero teme un golpe durísimo si se confirma el arancel del 20% a productos como la anchoa o el bonito del norte que se exportan a Estados Unidos.

Son dos noticias distintas, pero que juntas dibujan un escenario de gran incertidumbre para cientos de familias en Cantabria. 

 211 trabajadores pendientes de un hilo  

La planta de Bridgestone en Puente San Miguel, en el municipio de Reocín, es una de las más importantes del sector industrial en la región. Lleva décadas generando empleo en la zona y es un motor clave en la economía del Besaya. Pero ahora, el anuncio de un ajuste que afectaría a casi la mitad de su plantilla ha puesto todo patas arriba.

Este lunes, el Parlamento de Cantabria debate el futuro de esta fábrica, y mañana martes, los trabajadores han convocado una huelga como protesta. Dicen que el ajuste es desproporcionado y que no solo pone en juego los empleos directos, sino el conjunto del ecosistema que vive en torno a la planta: transporte, logística, proveedores, talleres...

La preocupación es compartida por el Gobierno, la oposición y los sindicatos. Y también por la ciudadanía. Porque perder 211 empleos industriales en Cantabria no es solo una estadística, es romper con el sustento de muchas familias que viven de ese trabajo desde hace años.

En COPE Cantabria, el economista Daniel Lacalle ha analizado el trasfondo de estas decisiones. Asegura que muchas empresas no recortan porque quieran, sino porque no les queda otra: “Durante muchos años el gobierno y la legislación han ido aumentando constantemente los costes para las empresas (...), los costes laborales se han disparado más de un 50% en los últimos años”.

Y advierte de algo que podría repetirse en más sectores: “Después de haber invertido millones de euros en esos trabajadores, se encuentran con dificultades que les obligan a tomar decisiones que no desean”. 

 Aranceles del 20% a la conserva: la amenaza americana  

Mientras tanto, otro sector que es emblema de Cantabria mira con inquietud hacia el otro lado del Atlántico. La industria conservera, especialmente las empresas que exportan anchoa y bonito del norte a Estados Unidos, se enfrenta a un posible arancel del 20% anunciado por la administración de Donald Trump.

Una medida que podría hacer perder competitividad a nuestras conservas frente a las italianas, y que ya ha encendido todas las alarmas en empresas como Consorcio, uno de los grandes nombres del sector en la región.

En declaraciones a COPE Cantabria, el presidente de las asociaciones conserveras, Eduardo Sanfilippo, explicaba que este tipo de medidas “generan muchísima incertidumbre” entre los empresarios, y que en un mercado tan sensible como el estadounidense, el precio puede marcar la diferencia entre vender o quedarse fuera.

"Es que hablamos de que una lata de anchoas en Estados Unidos podría subir hasta un 20% en el lineal, lo que te deja fuera del juego si no eres capaz de asumir ese coste", advertía Sanfilippo.

Para Cantabria, donde la industria de la conserva no solo tiene un valor económico, sino también una dimensión social y cultural muy arraigada, un golpe como este podría tener consecuencias que vayan más allá del balance de cuentas. 

 Dos frentes, un mismo problema: el empleo  

Bridgestone y el sector conservero están en el punto de mira. Uno por un recorte que amenaza con dejar sin trabajo a cientos de personas. El otro, por una política comercial internacional que podría cerrar la puerta a uno de sus principales mercados.

Ambos casos reflejan algo que en Cantabria preocupa, y mucho: la fragilidad del empleo industrial, un empleo que durante décadas ha sostenido a miles de familias y que ahora parece más expuesto que nunca.

Este lunes, las miradas estarán puestas en el Parlamento. Pero lo que está en juego va mucho más allá de un debate político. Lo que se está discutiendo es si Cantabria podrá seguir siendo una tierra donde trabajar en una fábrica o en una conservera sea garantía de futuro. Porque si se pierden esos pilares, lo que se tambalea es mucho más que una plantilla. Es todo un modelo de vida.

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