La AEMET toma la palabra, esto es lo que realmente pasó en el diluvio de Santander: "Estamos acostumbrados..."
Tras la tromba de agua que anegó Santander, la Agencia Estatal de Meteorología defiende su actuación y explica por qué fue un episodio tan difícil de prever

Sergio Fernández., AEMET
Santander - Publicado el
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El diluvio que cayó este jueves sobre Santander sigue dejando titulares. Más de 80 litros por metro cuadrado en pocas horas, calles colapsadas, garajes inundados, atascos kilométricos y más de 180 llamadas al 112. Una de las trombas más intensas que se recuerdan en décadas en la bahía y que ha abierto un debate sobre los avisos meteorológicos y la reacción de las administraciones.
Mientras la alcaldesa, Gema Igual, cuestionaba en COPE la capacidad de anticipación de la AEMET, el organismo meteorológico ha querido dar su versión. Sergio Fernández, delegado en Cantabria, defiende que se actuó conforme al protocolo y recuerda que el episodio fue “muy raro” y complicado de anticipar.
“Estamos acostumbrados a las críticas”
La primera respuesta de la AEMET ha sido clara: las críticas forman parte del día a día, sobre todo en fenómenos extremos como el que se vivió ayer en Santander. Sergio Fernández explica que la Agencia prefiere centrarse en el debate técnico y no en las disputas políticas.
“Estamos acostumbrados a las críticas y preferimos fijarnos en los datos, en qué cantidades se registraron y en cómo evolucionó el episodio”, resume el delegado de la AEMET en Cantabria.

Imagen de la alerta amarilla por lluvias
La explicación de fondo es sencilla: la previsión apuntaba a lluvias intensas, pero nada hacía prever una tromba tan localizada. De hecho, la Agencia ya había activado desde el día anterior un aviso amarillo, que se elevó a naranja y después a rojo conforme se confirmaban los registros.
¿Por qué no se pudo prever?
Lo ocurrido no encajaba en los patrones habituales. Según Fernández, no hubo tormenta, ni rayos, ni granizo, señales que habitualmente permiten a los meteorólogos anticipar precipitaciones extremas. Tampoco las imágenes de radar mostraban nada que alertara de lo que estaba por venir.
“Fue un episodio de lluvias cálidas”, explica el delegado, sin fase sólida en la nube. Eso significa que no había granizo ni actividad eléctrica, elementos que suelen ser un indicador claro de inestabilidad. En esas circunstancias, los modelos no alertaron de la magnitud real hasta que la situación ya estaba encima.
Por eso, la AEMET emitió lo que se conoce como un aviso observado, basado en los datos en tiempo real. A las 8 de la mañana se activó el nivel naranja al comprobar que se habían superado los 30 litros por metro cuadrado en una hora. Apenas 24 minutos después, y con los valores disparados, se declaró el aviso rojo.
Coordinación con Protección Civil
Además de los avisos públicos, la AEMET asegura que mantuvo en todo momento contacto con Protección Civil, informando de la evolución de la tormenta para que los servicios de emergencias pudieran actuar.
El problema, como admite el propio Fernández, es que el margen de reacción era mínimo. Entre las 7:30 y las 9:30 de la mañana, Santander vivió el momento más crítico, con calles y accesos convertidos en ríos. En muy poco tiempo, la ciudad quedó desbordada.
A la magnitud de las precipitaciones se suma otro factor: la enorme localización del episodio. En apenas diez kilómetros de distancia, los registros se multiplicaron por cuatro. En Cueto, al norte de Santander, se recogieron 20 litros en 24 horas. En el aeropuerto, 79. Esa diferencia evidencia lo imprevisible del aguacero.

Maliaño inundado
La AEMET defiende que actuó conforme a los protocolos, ajustando los avisos en función de lo que realmente estaba ocurriendo. “Lo que parecía un día de lluvias intensas se convirtió en una tromba histórica y muy localizada”, resume Sergio Fernández.
Mientras tanto, el cruce político continúa. La alcaldesa insiste en que faltó previsión y el delegado del Gobierno, Pedro Casares, respalda a la Agencia recordando que se elevaron las alertas “en cuanto se actualizaron los modelos”.
Lo que queda claro es que el aguacero de Santander pasará a la historia meteorológica de Cantabria, tanto por sus cifras como por la dificultad para anticiparlo. Una jornada que ya se coloca entre las más intensas de las últimas décadas en la región.



