Adiós a uno de los últimos videoclubs de Tenerife: "Coleccionistas importantes venían a ver qué tenía"
Abierto al público desde la década de los 80, este reconocido local cierra sus puertas por la jubilación de su propietario

Propietario Videoclub Scorpio
Tenerife - Publicado el
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Si eres un apasionado del cine, te traemos un poquito de nostalgia. Te cuento que el último videoclub de Santa Cruz de Tenerife, y seguramente de los pocos que queden en esa Isla, está a punto de echar el cierre. Hablamos del famoso Scorpio, ubicado en la calle Álvarez de Lugo, fundado en la década de 1980 y que 40 años después se despide por la jubilación de su propietario. Llegó a atesorar más de 16.000 películas y pudo resistir en los últimos años gracias a buscar verdaderas joyas, inencontrables en otros lugares, incluidas las plataformas digitales.
un espacio cultural
Agustín García es su propietario y se va a jubilar. Como te imaginas sabe mucho de cine. Recuerda la época dorada de estos negocios, fechada entre los 80 y 90. Defiende el valor sociocultural de los videoclubs, pues acercó la cultura a todos los rincones del país. "En el siglo pasado, los videoclubs fueron algo muy importante. Date cuenta que, aparte del ritual de entrar en un videoclub, era un centro social y cultural en la cual la industria del cine se vio aumentada por los grandes estrenos, que se podían vender a videoclubs, a televisión, al cine...".
Todo el mundo se sumaba al negocio porque era rentable, tenía clientes que cogían 5 o 6 películas al día"
Propietario del videoclub Scorpio

Estanterías del videoclub en Santa Cruz de Tenerife
En ese momento, era un negocio demasiado rentable. Tanto, que García explica que ni las aseguradoras querían trabajar con ellos. "Las películas por aquella época costaban al cambio más de 50 euros por película. Las aseguradoras no querían asegurar los establecimientos por la gran cantidad de dinero que había. Todo el mundo se sumaba al negocio porque era rentable. Tenía clientes que cogían 5 o 6 películas al día", cuenta Agustín.
Familias, hijos, amigos... Todos se acercaban a este establecimiento para hacerse con una cinta. Una rutina comprometida con el cine. "Un hijo de 15 años, otro de 6, los padres... Cada uno elegía su película y palomitas. El viernes era como ir a misa. Una reunión de obligación, de ritual".
el último adiós
Con la llegada de lo digital, de las plataformas, de la comodidad de disfrutar de cualquier contenido desde casa, la estrella de los videoclubs se apagó. Por eso Agustín ya centraba su negocio en vender a coleccionistas, a ayudarles a buscar aquellas joyas que por ellos mismos parecían que no podían encontrar.

Mostrador del videoclub Scorpio
"Yo llevo como año y medio, digamos, vendiendo a coleccionistas. Yo no sabía que el coleccionismo de películas era más importante que el de vinilos incluso. Hasta gente de la Península venía de vacaciones, coleccionistas importantes venían a ver qué tenía", explica Agustín. Ahora que se va a jubilar, echa la vista atrás y recuerda a todos los clientes que ha conocido. Sus gustos y cómo compartían reseñas sobre películas que él también había visto. Dice que tiene una colección enorme que ahora disfrutará, pero en su jubilación.



