El error que puede arruinar hasta las mejores croquetas del mundo

De jamón, de pollo, de compango... La croqueta es uno de los manjares de la cocina española, a casi todos nos gustan, pero... ¡Hay algunos fallos que las pueden hace incomibles!

CROQUETAS

Redacción digital

Madrid - Publicado el

2 min lectura

El éxito de una croqueta depende de muchos aspectos. El fundamental es el sabor, pero también importa el tamaño, la forma, la bechamel y cómo no, el rebozado. El rebozado es "el acabado", lo primero que ves de la croqueta y un mal rebozado puede arruinar esta receta que a tanta gente gusta. Si no bates bien los huevos, la clara se puede pegar al pan rallado y el rebozado puede quedar irregular. La solución para evitarlo es muy sencilla y solo necesitas... Tiempo. Esa es la clave: batir bien los huevos durante unos minutos hasta que no queden trazas de clara. Una vez hayas hecho esto, el proceso ideal es: harina, huevo y pan rallado. Cuanto más grueso sea el pan rallado, más crujiente será el rebozado.

Sin embargo, hay otros errores al margen del rebozado que pueden ensombrecer tu receta de croquetas.

La forma y el tamaño: en una tapa perfecta, todas las croquetas deben tener la misma forma y tamaño. Para conseguirlo, puedes utilizar un utensilio para hacer bolas de helado. Así todas las croquetas tendrán la misma cantidad de masa.

La fritura: otra de las cuestiones importantes en una buena croqueta. Si el aceite está demasiado caliente, te pueden quedar crudas o frías por dentro y/o que se te queme el rebozado. Sin embargo, si no está lo suficientemente caliente, la croqueta se te puede abrir. La temperatura ideal para freir las croquetas ronda los 175/180 grados.

¿Cómo saber la temperatura ideal? Cuando eches la croqueta en el aceite, deben aparecer burbujitas a su alrededor. Si echas muchas croquetas a la vez, puede bajar la temperatura del aceite y además, te puede complicar la labor de darles la vuelta. Hazlo con calma y paciencia.

El sabor y la textura: es clave. La bechamel es la base de la croqueta y debe estar sabrosa, cocinada con leche, mantequilla (o aceite) y harina. La paciencia es le mejor truco para hacer una buena bechamel sin grumos: una vez que se haya cocinado la harina, añade leche entera poco a poco y removiendo sin parar. Además, si no está bien cocida la croqueta puede quedar blanda. Cocina la bechamel hasta que quede un surco que quede un surco que podemos ver en el fondo de la cazuela cuando pasamos una cuchara de madera.

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