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El Arzobispo de Oviedo apoya a los hosteleros encerrados en las iglesias de Asturias

En una carta, Monseñor Jesús Sanz Montes pide "la mesura de observar la medidas de seguridad para no poner en riesgo la salud de nuestros fieles cristianos"

ARZOBISPO DE OVIEDO MONSEÑOR JESUS SANZ MONTES DON JESUS SANZ

El Arzobispo de Oviedo, Monseñor Jesús Sanz Montes, en COPE (archivo).COPE Asturias

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 12:40

El Arzobispo de Oviedo ha vuelto a ponerse hoy del lado de los afectados por la crisis económica derivada del coronavirus. Monseñor Jesús Sanz Montes se ha solidarizado con los seis hosteleros que se han encerrado en la iglesia de San Antonio de Padua; y también con los hosteleros y comerciantes que, de igual modo, protestan por su situación desde el interior de la iglesia de La Felguera. El Arzobispo, eso sí, pide la "mesura de observar la medidas de seguridad (mascarillas, hidrogeles, limpieza desinfectante, aforos, etc.) para no poner en riesgo la salud de nuestros fieles cristianos".

Esta es la carta completa de Don Jesús:

Los cristianos compartimos y sufrimos todas las consecuencias de la pandemia actual en lo sanitario, lo social, lo laboral y lo económico. Además, también, en lo estrictamente religioso al verse limitadas y trastocadas nuestras celebraciones litúrgicas, nuestra labor catequética e, incluso, nuestro compromiso de asistencia en la caridad a tantas personas rotas por esta circunstancia del coronavirus.

Somos responsables como ciudadanos y cuidamos las medidas para evitar la propagación de los contagios y prevenir que siga haciendo tanto daño. Todas nuestras celebraciones, reuniones y eventos, están así cuidadosamente seguidos. Las puertas de la Iglesia no se cierran nunca a quienes sufren por cualquier motivo, y no queremos cerrarlas precisamente cuando más se necesita la ayuda de la fe, el compromiso de la caridad y la fortaleza de la esperanza. Son muchos los que vienen a nuestras iglesias para encontrar lo que necesitan en estos tiempos duros que nos ponen a prueba.

En nuestra Diócesis nos hemos visto sorprendidos por quienes piden una ayuda para reivindicar en su precariedad laboral y situación desesperada, las derivas que está teniendo en sus trabajos y establecimientos comerciales esta pandemia. Comprendemos su dolor y tratamos de hacerlo nuestro.

Al entrar en un templo parroquial para visibilizar su sufrimiento y expresar sus justas demandas, no seré yo como arzobispo quien reclame la actuación policial para proceder a un desalojo. No lo haré, como nunca lo hemos hecho en nuestra Iglesia diocesana en otras ocasiones. Nos hacemos solidarios de la justa reclamación de estos trabajadores que sufren en la carne propia de sus familias, sus puestos laborales y pequeños comercios, la deriva de una política a veces improvisada en sus medidas, mal orientada en sus soluciones dadas y de imprevisibles consecuencias para tantas personas.

No se trata de oponer la salud pública con los derechos laborales, para terminar sufriendo el derrumbe económico de una sociedad sin que por eso sea solventado el riesgo real ante una pandemia. Lo hemos visto en otras regiones de España y de Europa. No sería justo proyectar sobre unos establecimientos y unos trabajadores que pueden y quieren observar las debidas medidas de seguridad sanitaria, lo que quizás es imputable en buena medida a la irresponsabilidad más insolidaria de quienes por frivolidad están provocando el desastre que todos lamentamos.

Al tiempo que pedimos a quienes se encierran en nuestros templos la mesura de observar la medidas de seguridad (mascarillas, hidrogeles, limpieza desinfectante, aforos, etc.), para no poner en riesgo la salud de nuestros fieles cristianos siendo también respetuosos con quienes acuden a las iglesias por motivos estrictamente religiosos y humanitarios. Vaya por delante nuestra acogida y total comprensión, pero pedimos la correspondencia en el uso de nuestros espacios para evitar otro sufrimiento añadido por parte de personas inocentes que vienen de buena fe a nuestras iglesias.

Deseamos que nuestras autoridades políticas y sanitarias, en un momento comprensible de extrema dificultad, acierten con las medidas adecuadas para bien de toda la sociedad. Y también a ellas les expresamos el respeto para que entre todos logremos encontrar el camino justo en el que no añadamos dolor y sufrimiento a lo que nos puede estar desbordando con esta pandemia.

Por mi parte, junto a mi solidaridad cristiana con todos, pido al Señor y a nuestra Santina de Covadonga que nos iluminen, mantengan viva nuestra esperanza y podamos encontrar las soluciones a tantos desafíos como tenemos delante.

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