Manuel Lombo sintió la llamada de la Virgen desde muy pequeño, haciendo su primer camino con trece años. Desde entonces no ha faltado a su cita con la Blanca Paloma. Ha hecho el camino con varias Hermandades, pero ahora tras 16 años ha vuelto a peregrinar con la Hermandad de su pueblo, Dos Hermanas.

Para Lombo, el Rocío es un refugio que disfruta todo el año en una casa muy peculiar, porque es de las pocas chozas rocieras que quedan en la aldea. Estas chozas, de muros de abobe y cubierta vegetal, eran la construcción tradicional de la zona. Es una casa en la que la música siempre está presente, “tenemos un piano de cola en casa y tengo muchos amigos que tocan el piano. En mi casa siempre hay música porque además es punto de encuentro de muchos compañeros artistas, y se puede escuchar todo tipo de música”.

El Rocío: donde el tiempo se detiene

Según el cantante, el Rocío tiene algo muy distinto a todo, “la aldea en sí es diferente. Cuando el coche atraviesa de la carretera a la arena, quien no lo conoce se queda extrañado. No sé si en otra parte del mundo hay un paraje similar. Desde la barra de los bares que tienen un mostrador para los caballos, hasta contemplar a la gente paseando de noche en coche de caballo. Es un lugar donde se ha parado el tiempo”.

Es distinta la aldea y es único el camino, “los atardeceres del camino son una maravilla. Los amaneceres, para los que no nos gusta madrugar, también tienen una parte muy hermosa, el olor de la mañana cuando la vegetación desprende el frescor que ha dejado la noche”.

Lombo se felicita porque este año se haya prohibido el paso a los tractores por la Raya Real, un cortafuegos por el que discurren casi todas las Hermandades de la provincia de Sevilla y de Andalucía Oriental y que une Villamanrique con la aldea, “el paso de los tractores es inhumano. En la Raya no se puede cantar con el ruido de los tractores, provocan atascos y muchas veces los Simpecado de las Hermandades tienen que ir sorteándolos.”

Cuidar las tradiciones

ParaManuel Lombo, el Rocío ha cambiado mucho y echa de menos las procesiones de hace años, “donde había mucha gente en la salida pero luego podías acompañar a la Virgen perfectamente, muy cerca. Donde había unos momentos de silencio espectaculares y se podía estar muy cerca de ella”.

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Aunque le parece muy bonito que ahora haya mucha gente acompañando a la Virgen en su procesión, el cantante entiende “que ahora hay mucha violencia durante la noche, provocada por la masificación y hay momentos en los que la Virgen va de un lado a otro, casi sin control. Hoy en día, algunas veces masificamos mucho las cosas y terminamos por estropearlas.”

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Manuel Lombo se define como “un poquito integrista” y defiende la postura de los almonteños de que sólo ellos deben portar a la Virgen en su procesión, ”porque esa es la noche del pueblo de Almonte y ellos deben ser los que manden y decidan en la procesión”.

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