Los secretos de los Colón: del motín en alta mar a la biblioteca que quiso reunir todos los libros del mundo
El historiador Rafa Roblas desvela en una entrevista anécdotas poco conocidas de los viajes del almirante y la obsesión bibliófila de su hijo Hernando

Las curiosas peripecias de Colón en sus viajes y la obsesión de Hernando, uno de sus hijos por montar una biblioteca
Sevilla - Publicado el
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Los diarios de navegación de Cristóbal Colón y el legado de su hijo Hernando esconden historias de ambición, picaresca y una desmedida pasión por el saber.

Entrevista íntegra al historiador Rafael Roblas en Herrera en Cope Sevilla
Aunque el diario original del primer viaje de Cristóbal Colón se perdió, su contenido ha llegado hasta nosotros gracias a la minuciosa labor de Fray Bartolomé de las Casas, quien transcribió los textos. Según relata el historiador Rafa Roblas en una entrevista en Cope Sevilla, estos documentos son mucho más que una crónica del descubrimiento de un nuevo mundo. Son una ventana al día a día de la travesía, plagada de detalles que humanizan a sus protagonistas. Los diarios de a bordo del almirante no solo relatan la gesta, sino que también recogen detalles curiosos y del día a día de cómo fue el viaje.
Anécdotas del primer viaje
Entre las anécdotas menos conocidas, Roblas destaca decisiones técnicas como la que se tomó el 6 de septiembre en las Islas Canarias, antes de la gran travesía oceánica. Allí se le cambiaron las velas a la Pinta por unas cuadradas para que ganara velocidad, convirtiéndola en la carabela más rápida de la expedición. La tensión también fue un tripulante más en el viaje. El historiador recuerda que se produjo un intento de motín apenas un día antes de avistar tierra, cuando la tripulación, harta y desesperanzada, estaba a punto de sublevarse. El ansiado grito de "¡Tierra!" llegó justo a tiempo para sofocar la revuelta.
Rodrigo de Triana avistó tierra, pero Colón se cobró la recompensa porque él defendía que la había visto antes"
El episodio más revelador sobre el carácter del almirante, según Roblas, es el relacionado con el avistamiento de tierra. Aunque fue el marinero Rodrigo de Triana quien dio la voz de alarma, Cristóbal Colón reclamó para sí la recompensa económica prometida por los Reyes Católicos, argumentando que él había percibido luces en la distancia la noche anterior. Este acto de picaresca, explica el experto, muestra el lado más ambivalente del navegante, un personaje a menudo mitificado pero con unos rasgos profundamente humanos y, en ocasiones, oportunistas.
El sueño de una biblioteca universal
Más allá de las aventuras marítimas, la familia Colón también albergaba una profunda pasión por el conocimiento. La figura más destacada en este ámbito fue el hijo de Cristóbal Colón, Hernando Colón, un humanista que, según detalla Roblas, se obsesionó con un proyecto monumental: crear una biblioteca que contuviera todos los libros del mundo. Su ambición era construir un archivo universal del saber en pleno siglo XVI, una suerte de Google renacentista con sede en la casa donde vivió, ubicada cerca de la actual capilla de los Humeros, en Sevilla.
La condición era que su sobrino gastase 100.000 maravedís anuales en el mantenimiento y la compra de nuevos fondos bibliográficos"
La obsesión de Hernando por su biblioteca fue tal que intentó blindar su futuro en su testamento. Legó sus propiedades a su sobrino, Luis Colón, pero con una condición ineludible: debía invertir 100.000 maravedís anuales en el mantenimiento y la compra de nuevos fondos. Sin embargo, el heredero no compartía la pasión bibliófila de su tío e ignoró la cláusula. A partir de ahí el tesoro bibliográfico quedó a expensas de la madre de Luis, ya que este murió joven. Su madre quiso que pasara a la Orden de Dominicos de San Pablo, pero finalmente los fondos bibliográficos pasaron a manos del Cabildo de la Catedral de Sevilla en 1552.
En la Catedral, la colección de Hernando se fusionó con la ya existente Biblioteca Capitular, dando origen a la actual Biblioteca Capitular y Colombina, un tesoro que hoy alberga miles de volúmenes, incluyendo manuscritos del propio Cristóbal Colón. Afortunadamente, para evitar su dispersión, aquellos valiosos fondos acabaron finalmente en la Catedral de Sevilla, donde hoy constituyen el núcleo de la prestigiosa Biblioteca Colombina, un tesoro documental que sobrevivió gracias a la intervención del cabildo catedralicio. Una joya documental que se puede visitar siempre que se concierte previamente la cita con el Cabildo.
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