¿Engorda la cerveza? Descubre la verdad detrás de los mitos
Todo lo que creías saber sobre la cerveza está a punto de cambiar: mitos, datos y curiosidades que sorprenderán

¿Engorda la cerveza? Descubre la verdad detrás de los mitos
Jaén - Publicado el
3 min lectura
A nadie le resulta extraño que en nuestra sociedad circulen cada vez más dichos, mitos y bulos que, repetidos de boca en boca, terminan pareciendo verdades absolutas. Y lo cierto es que pocas cosas se libran de este fenómeno: desde la alimentación hasta la salud, pasando por costumbres cotidianas. La cerveza, una de las bebidas más populares y consumidas en el mundo, tampoco escapa a esta red de medias verdades. Entre cañas y brindis, han surgido ideas que, aunque muy conocidas, no siempre tienen respaldo en la ciencia ni en la experiencia real. Algunos de estos mitos esconden un grano de verdad, pero otros son, sencillamente, leyendas urbanas que conviene desterrar.
Uno de los más repetidos es la creencia de que “la cerveza es una bebida para hombres”. Nada más lejos de la realidad: en España, los estudios recientes de Cerveceros de España indican que casi la mitad de los consumidores habituales son mujeres (47 %), frente a un 53 % de hombres. Es decir, se trata de una bebida ampliamente compartida entre géneros, aunque tradicionalmente haya estado más asociada a lo masculino.

La cerveza es una de las bebidas más populares y consumidas en el mundo
Otro mito extendido es que “la cerveza engorda”. Si bien aporta calorías, no es la responsable directa del aumento de peso. Una caña de 200 ml ronda apenas las 90 calorías, cifra muy similar a la de un zumo de naranja. Lo que realmente incrementa el riesgo de engordar son los excesos —varias cervezas al día— y los acompañamientos típicos (patatas fritas, embutidos, pizzas…), que suman muchas más calorías que la propia bebida. Tomada con moderación, la cerveza puede integrarse en una dieta equilibrada sin problema.
También suele escucharse que “la cerveza perfecta es sin espuma”, cuando en realidad la espuma es fundamental. Esa capa cremosa protege la bebida de la oxidación, mantiene sus aromas y completa la experiencia sensorial. Un servicio correcto debe dejar entre 1,5 y 2 cm de espuma en la parte superior del vaso o copa, lo que además garantiza un mejor sabor.
En cuanto a la temperatura, la idea de que “la cerveza debe servirse siempre muy fría” es relativa. Depende del estilo: mientras las lager ligeras se disfrutan mejor entre 5 y 7 °C, las cervezas tostadas, trapenses o artesanales más complejas muestran su riqueza aromática a temperaturas algo más templadas, entre 8 y 12 °C. Enfriarlas en exceso puede adormecer sus matices.

Lo importante, como recuerdan tanto organismos de salud como asociaciones cerveceras, es el consumo responsable
Por último, está la confusión con las cervezas 0,0, que algunas personas creen que “sí tienen alcohol”. La normativa europea establece que las cervezas etiquetadas como 0,0 deben contener como máximo un 0,05 % de alcohol en volumen, una cantidad tan baja que se considera prácticamente nula. No deben confundirse con las antiguas “sin”, que sí podían tener hasta 1 %.
En definitiva, la cerveza no es una bebida exclusiva de un género, no engorda por sí sola, necesita espuma para ser bien servida, no siempre se disfruta más cuanto más fría esté y las versiones 0,0 son realmente libres de alcohol.
Lo importante, como recuerdan tanto organismos de salud como asociaciones cerveceras, es el consumo responsable: no superar las recomendaciones diarias (unos 30 g de alcohol para hombres y 20 g para mujeres), acompañarla siempre de alimentos y evitarla en situaciones en las que está contraindicada, como en el embarazo, la conducción o bajo ciertos tratamientos médicos.