1 de cada 4 alumnos sufre bullying ¿Y si tu hijo fuera uno de ellos y no lo sabes?
El acoso escolar no se combate con discursos vacíos, sino con compromiso real. De familias, docentes, alumnos y toda la comunidad educativa. Porque cada niño que sufre es una urgencia

1 de cada 4 alumnos sufre bullying ¿Y si tu hijo fuera uno de ellos y no lo sabes?
Jaén - Publicado el
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En una clase cualquiera, de un colegio cualquiera en España, hay al menos un alumno que sufre. No es algo que grite a los cuatro vientos. No levanta la mano. No llora delante de todos. Pero cada día se le encoge el estómago al sonar el timbre del recreo. Cada día piensa una excusa nueva para no ir al colegio. Cada día siente que está solo.
Y no es el único. En realidad, uno de cada cuatro estudiantes en nuestro país ha sido víctima de acoso escolar. Lo más duro no es solo la cifra, sino lo que representa: una violencia silenciosa que, en la mayoría de los casos, pasa desapercibida.
El pasado 2 de mayo se celebró el Día Internacional contra el Acoso Escolar, una fecha para reflexionar, pero sobre todo para actuar. Porque este problema no se resuelve con un día en el calendario, sino con compromiso los 365 días del año.
Porque ante una situación así, 7 de cada 10 alumnos no lo cuentan. No avisan al profesor. No se lo dicen a sus padres. No piden ayuda. Guardan silencio. Y ese silencio, muchas veces, lo justifica todo: “Es que si digo algo será peor”, “No van a hacer nada”, “Me van a llamar chivato”.
Ese mutismo hace que el problema siga creciendo, muchas veces delante de todos. Y es que no solo los alumnos se sienten sin herramientas. Uno de cada tres profesores reconoce que no sabría identificar si un alumno está siendo acosado. Y en casa, tampoco hay mucho margen: menos del 8% de las familias cree que su hijo puede estar sufriéndolo.
Así es como el bullying se esconde. No con gritos, sino con miradas. No con golpes, sino con ausencias. Y si nadie lo ve, nadie actúa.
Pero las consecuencias no se detienen. Si no se interviene a tiempo, las marcas del acoso pueden acompañar a un niño durante años: ansiedad, depresión, aislamiento, bajo rendimiento escolar... incluso pensamientos suicidas.
Por eso, la clave está en detectar las señales. A veces, el cuerpo habla cuando las palabras no salen: un cambio de humor repentino, miedo injustificado, pérdidas de objetos, heridas inexplicables, un descenso en las notas, aislamiento social. Nada de eso debe tomarse a la ligera.
Y una vez detectado, ¿qué hacer? Hablar. Escuchar. Estar. La prevención empieza mucho antes del conflicto. Se construye en casa, en clase, en el patio. Se basa en crear entornos de confianza, en enseñar empatía, en educar desde el respeto y en actuar sin titubeos cuando hay una sospecha.
El acoso escolar no se combate con discursos vacíos, sino con compromiso real. De familias, docentes, alumnos y toda la comunidad educativa. Porque cada niño que sufre es una urgencia. Y cada minuto que pasa sin hacer nada, cuenta.



