OPINIÓN

Ad líbitum, con Javier Pereda. Hoy: Vendée

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Redacción COPE Jaén

Jaén - Publicado el - Actualizado

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Esta tarde recomienza la actividad cultural del “Cinefórum Tomás Moro” con la proyección de la película “Vencer o Morir”, producida por Puy Du Fou Films y que promociona la distribuidora Bosco Films. A las 19.30 h. en la Asociación de la Prensa de Jaén —la próxima semana se proyectará en la Universidad de Jaén—, se dialogará sobre un episodio histórico controvertido, que muestra las sombras del siglo de las Luces y de la Revolución francesa: la Guerra de la Vendée. Esta guerra civil que duró tres años, comenzó primero en la región de la Vendée, cuatro años después de la proclamación en 1789 de la Revolución francesa entre sus partidarios y los contrarrevolucionarios. Como tiene escrito José Ramón Ayllón en “El mundo de las ideologías” (Editorial Homo Legens), la madre de todas las ideologías fue la Ilustración francesa. La Ilustración pretende liberarse del Antiguo Régimen, del absolutismo monárquico —Luis XVI fue “afeitado por la navaja nacional”—, la hegemonía intelectual y la moral de la Iglesia. En la “Enciclopedia o Diccionario” de Diderot y d’Alembert muestran a las claras que la Ilustración francesa pretendía eliminar el principal obstáculo a su labor reformadora: el cristianismo. Paul Hazard escribe que la Reforma del s. XVIII consistía en destruir ese obstáculo previo: la concepción religiosa de la vida. El más célebre de los ilustrados, Voltaire, manifiesta sus contradicciones y su obsesión anticristiana hasta conseguir combatir el despotismo religioso y sacerdotal; así el DLE entiende por “volteriano”: “quien manifiesta incredulidad o impiedad cínica y burlona”. La Ilustración en Francia fue el alma de una Revolución que propugnaba ideales razonables: la igualdad ante la ley, la abolición de privilegios y la soberanía del pueblo. Para conseguirlo, utilizó medios arbitrarios y desproporcionados: llevó al rey a la guillotina, disolvió las órdenes religiosas y confiscó sus bienes, monopolizó la enseñanza y legisló de forma sectaria. El pensador francés Alexis de Tocqueville, realiza una atinada crítica: la Revolución “impuso la tiranía democrática en lugar de la libertad”. El espíritu que animaba esta ideología lo recoge Feuerbach: “El hombre es para el hombre el ser supremo”; en consecuencia, había que borrar el pasado y la tradición, y esos valores los encarnaba la Iglesia, que habría que sustituir por el poder político. Se llegó a deificar la Revolución hasta el punto de que Joseph Fouché, un revolucionario que dirigiría la policía de París, expresó su inquietante forma de pensar: “Todo está permitido a quienes actúan en interés de la Revolución”. Resulta curioso cómo en nombre de la libertad, la Revolución actuó de forma liberticida contra quienes pensaban de forma diferente; destruido el Antiguo Régimen se construyó una dictadura de apariencia democrática, eso sí, invocando los principios que preconizaba Robespierre: “Liberté, Égalité y Fraternité”. Al amparo de la historia parece como si el anhelado proyecto de la modernidad —contamos con desafortunados ejemplos: comunismo y nazismo—, consistiera en el totalitarismo: el gatopardismo o lampedusianismo cambio de todos los órdenes humanos existentes por otro poder único, pero más represivo. Pese a que la historiografía francesa haya pretendido silenciarlo, la causa principal de la Guerra de la Vendée fue el control y destrucción de la Iglesia, y para ello se practicó lo que se ha denominado “el primer genocidio de la época moderna”. Para profundizar en este aspecto, se hace imprescindible la lectura del libro de Jean de Viguerie, “Cristianismo y Revolución” (Editorial San Román, 2023), que analiza la situación de la Iglesia francesa antes y después de las persecuciones y matanzas al pueblo campesino tradicional y católico; a los refractarios —más de la mitad del clero— que no juramentaban la Constitución Civil del Clero, a quienes se les exigía, con un laicismo recalcitrante, el sometimiento de la Iglesia al cesaropapismo de la República. El historiador Alberto Bárcena en su libro “La guerra de la Vendée” (Editorial San Román) y en un capítulo del libro de “Historia Universal Contemporánea”, dirigido por el catedrático emérito complutense de esta disciplina, Javier Paredes, hace extensivo el “memoricidio” de este pasaje luctuoso ocultado por la “Grandeur de la France”. Este término queda acuñado en la tesis doctoral del historiador francés Reynald Secher, que saca a la luz pública sus investigaciones contra la versión oficial de la corrección política. La Guerra de la Vendée muestra la contradicción de enarbolar la libertad mediante el exterminio católico.

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