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Ad Libitum con Javier Pereda. Hoy: Cayetanazo

Tiempo de lectura:3Actualizado17 mar 2023

La destitución de Cayetana Álvarez de Toledo como portavoz del Grupo Popular en el Congreso, es un motivo de tristeza para cualquier amante de la libertad. En un momento que para afrontar la crisis sanitaria, económica e institucional se necesitan políticos valiosos, se prescinde de forma inexplicable de una brillante parlamentaria. Este gesto no deja en buen lugar la autoridad del presidente Pablo Casado (“Tu quoque”) —al que le es aplicable el “venceréis, pero no convenceréis” unamuniano—; apostó por ella como fichaje estrella: “Cayetana es una extraordinaria portavoz en el Congreso, que a todos los partidos les gustaría tener”, para acto seguido defenestrarla (esos son sus principios groucho-marxistas). Qué presiones habrá recibido de Teodoro García Egea —campeón en el lanzamiento de hueso de aceituna con la boca— y de Alberto Núñez Feijóo —heredero del marianismo y encumbrado por sus personales triunfos electorales— que le han colgado el sambenito de falta de moderación y consenso. Para Génova 13 —miedosos, vulgares y acomplejados— la “Juana de Arco” tenía que haberse abstenido de calificar al vicepresidente comunista del Gobierno como “hijo de terrorista” (del FRAP), después que, de forma despectiva, éste hiciera gala de su machismo llamándola con retintín e insistencia marquesa. La izquierda radical y socialista se ha encontrado con el antídoto perfecto a su ingeniería social, y de ahí que la odien; pero también ha encontrado recelos entre sus correligionarios: “al suelo, que vienen los nuestros” (Pío Cabanillas).

Ha demostrado cómo se puede hacer frente a la supremacía moral de la izquierda. ¿A quién favorece —Cui prodest?— esta decisión (ideológica o táctica)? Cuando la izquierda mediática liderada por El País y el Gobierno alientan este degüello político que califican como “un buen paso para el entendimiento y el diálogo”, nos recuerda el trágico episodio hamletiano de Shakespeare: “algo huele mal (a traición) en Dinamarca”. También los medios adictos al partido popular —fácilmente reconocibles— se congratulan de esta errónea decisión; acción desacertada o equivocada, que el tiempo dirá. Porque nos encontramos ante envilecidas estructuras liberticidas de corrupción política.

Esperanza Aguirre se refiere a la cesada como: “La mejor portavoz del grupo que ha tenido nuestros principios y valores en el Congreso. Me entristece profundamente que haya dejado de serlo”. Más allá de los intereses partidistas, la sociedad está ávida de políticos con iniciativa, valentía, capacidad y talento, porque son la excepción: Olona, Bal, Oramas. Sin embargo, los mediocres gobiernan los designios de la Nación; éstos se aferran al camino de servidumbre —de Hayek—, porque el que se mueve no sale en la foto (Alfonso Guerra, dixit). La excusa para destituir a Cayetana no puede ser “que va por libre”, porque eso contraviene el principio constitucional del funcionamiento democrático de los partidos políticos. Tampoco convence el hecho de que se oponga al reparto político del CGPJ y del TS, o a una gran coalición constitucionalista (de ciudadanos libres e iguales) para desbancar al comunismo y el nacionalismo. Menos aún que haya criticado al rey emérito, al que Casado no ha defendido. Cayetana despertaba ilusiones porque ha demostrado cómo se puede dar la batalla cultural contra la izquierda: la sentencia del TS sobre el 1-O “no era un simulacro de ensoñación”; se presentó en La Sexta vestida de amarillo, defendiendo el artículo 115 de la CE; a las feministas radicales les explicó que “las mujeres no nacemos víctimas ni nacemos socialistas”; acorraló a la vicepresidenta egabrense cuando ésta acusaba a su formación de golpista y le recriminó que “los parlamentos no se cierran ni en las guerras”; lanza una enmienda a la totalidad: “Con Sánchez España va camino de un triple liderazgo: más muertos, confinamiento más drástico y la peor de la destrucción económica”. A esta batalla cultural renuncia el PP “chamberliniano”, que ha elegido el deshonor y tendrá la guerra (por huir de los líos). Porque ya sabemos lo que pasó cuando se expulsó del partido a los liberales y conservadores en el Congreso “búlgaro” de 2008, para confundirse con el marxismo cultural (memoria histórica, violencia de género, ideología de género). Luego saldrán en tromba los corifeos mediáticos alentando la unidad de la derecha, cuando este cambio copernicano ideológico producirá un éxodo electoral. Y es que, como interpreta el grupo de rock Burning: ¿qué hace una chica como tú en un sitio como este?

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