Un campamento pionero en Huelva garantiza la conciliación a familias con hijos con autismo
Ánsares, la asociación que atiende a personas con trastorno del espectro autista (TEA), organiza el único campamento de verano específico para estos menores en la provincia, combinando formación profesional, conciliación familiar y actividades inclusivas.

Entrevista a Pablo Camacho, directivo de Ánsares
Huelva - Publicado el
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En pleno mes de julio, cuando las escuelas cierran y los días se alargan, muchas familias respiran alivio al poder apuntar a sus hijos a campamentos de verano. Sin embargo, para quienes tienen un hijo con autismo, esa opción no siempre está disponible. En Huelva, solo una entidad responde a esa necesidad: Ánsares, que impulsa el único campamento estival específico para menores con trastorno del espectro autista (TEA) de toda la provincia.
Pablo Camacho, integrante de la dirección de Ánsares, explica que esta iniciativa nace “como una respuesta a las familias que, durante el mes de julio, necesitan seguir trabajando con normalidad, pero cuyos hijos no pueden acceder a campamentos convencionales por falta de personal formado”. El proyecto, que se lleva a cabo en horario de 9:00 a 14:00 horas de lunes a viernes, ofrece un programa adaptado a las necesidades de los menores con TEA, atendidos por profesionales cualificados que han sido preparados por la entidad.
Camacho subraya que el reto de la conciliación es aún más complejo para las familias con hijos con diversidad funcional. “Hablamos mucho de conciliación, pero pocas veces se piensa en quienes tienen que alternarse vacaciones o recurrir a familiares para poder cubrir el cuidado de sus hijos”, apunta. En muchos casos, los niños y niñas con autismo no son admitidos en actividades municipales o escolares por la falta de personal capacitado, lo que convierte a este campamento en una vía crucial para aliviar esa carga.
Lejos de ser una actividad puntual, esta escuela de verano lleva años funcionando, aunque la pandemia supuso un fuerte retroceso. “Tras el COVID hemos vuelto a niveles anteriores y, además, hemos dado un paso más profesionalizando todos los servicios”, señala Camacho. Actualmente, el equipo cuenta con más de 20 profesionales contratados, todos formados y dados de alta, y cubren no solo el campamento sino también talleres de verano para menores con menos necesidades de apoyo, que cuentan con 35 usuarios adicionales.
“Cada persona con autismo es única”, afirma Camacho. Por eso, el trato individualizado es clave. En el campamento, la mayoría de los participantes cuentan con un monitor por cada menor, dada la alta demanda de atención que presentan. La programación, además, está lejos de ser un simple entretenimiento: incluye actividades fuera del centro, como visitas a la playa, a ludotecas, al centro multideportivo Diego Lobato o exposiciones culturales.
“No queremos que sea un lugar de recogimiento, ni tampoco únicamente terapéutico”, aclara Camacho. De hecho, los usuarios ya asisten a terapias durante el curso. Este espacio veraniego busca fomentar el ocio inclusivo y significativo, adaptado a un rango de edad que va de los 7 a los 20 años. Las sedes principales están en el Centro Social de Los Desniveles en La Orden y otras instalaciones municipales cedidas por el Ayuntamiento de Huelva.
Actualmente, el campamento cuenta con 25 participantes en la escuela de verano y otros 35 en los talleres para menores más autónomos. La actividad se concentra en julio, pero desde la entidad ya planean extender la oferta: “Queremos organizar campamentos con pernocta durante agosto, en los que los chicos disfruten de una semana fuera con sus iguales”, adelanta Camacho. Esta iniciativa complementaría las actividades de “respiro familiar” que Ánsares realiza durante el año, en las que tanto las familias como los menores pueden beneficiarse de un descanso y un espacio de desarrollo social.
El esfuerzo económico para mantener el proyecto es notable. El coste mensual por monitor ronda los 1.200 euros brutos, de los cuales las familias abonan aproximadamente 495 euros al mes. El resto se cubre mediante proyectos, convenios, subvenciones públicas y privadas, en una constante búsqueda de fondos que permita mantener la viabilidad del programa. “Es muy complicado cuadrar todo esto, pero la satisfacción de ver a las familias contentas compensa el esfuerzo”, asegura Camacho.
A día de hoy, Ánsares atiende a unas 360 familias desde sus sedes en Huelva capital y Corteconcepción, frente a las aproximadamente 5.000 personas diagnosticadas o en proceso de diagnóstico en toda la provincia. Por eso, la pertenencia a la entidad es requisito indispensable para acceder a los servicios que prestan.
Más allá del campamento, el equipo de Ánsares no detiene su actividad: el mes de julio multiplica el trabajo habitual, con más de 54 profesionales activos, y ya están preparando la programación de actividades extraescolares de cara al próximo curso, con propuestas como ciclismo o multideporte.
Para Camacho, queda claro que la clave está en seguir creciendo para dar respuestas reales. “Nosotros no somos administración pública, somos una entidad privada con servicios concertados. Todo cuesta muchísimo trabajo y dinero, pero tenemos claro nuestro objetivo: mejorar la vida de estas familias y ofrecerles las mismas oportunidades que al resto”.