• Jueves, 18 de abril 2024
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Recordando a D. Rosendo.

"Por fin he conocido El Rocío, la peregrinación más famosa de España. Es algo digno de verse, aunque para comprenderlo todo hay que estar los cuatro o cinco días..."

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Juan Ignacio Reales | Doctor en Derecho. Ex-Presidente de la Hermandad Matriz de Ntra. Sra. del Rocío.

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 09:36

El pasado día uno de octubre, se cumplieron cuarenta y nueve años de la llegada de D. Rosendo Álvarez Gastón, a Almonte, para desempeñar su labor pastoral como párroco. Con ese motivo, ese mismo día, tuvimos un sencillo y emotivo acto en la Iglesia parroquial, ante la Virgen, en el que sus hermanas, Magdalena y Charo, tuvieron un bonito detalle con la Hermandad Matriz y con la Parroquia, entregando unos cuadros de recuerdo, en los que se le ve rezando la Salve, a hombros de los almonteños, ante la Virgen en procesión.

No podía dejar pasar la ocasión, de dedicar mi artículo de esta semana en la COPE, a recordar a D. Rosendo, un sacerdote ejemplar, luego obispo y un gran párroco de Almonte y capellán del Rocío. Era un navarro “de pura cepa” como decimos en mi pueblo, que había llegado a una tierra como la nuestra, y pronto supo adaptarse a nosotros y sobre todo, quedó prendado de la Virgen del Rocío, de su Romería y de la devoción que en toda Andalucía se le tenía. Quiso profundizar en el conocimiento de su historia y de las señas de identidad de esta devoción, y lo hizo de forma muy seria y rigurosa, siendo quizás quien por vez primera, acometió esa tarea con parámetros científicos, hasta el punto de realizar su tesis doctoral sobre el Rocío, que luego publicó en varios libros, del que destaca “Devoción de un pueblo. Las raíces del Rocío”, que siguen siendo hoy, de lo mejor de la bibliografía rociera.

En el plano personal, le tuve desde niño mucho afecto, pues D. Rosendo fue un gran amigo de mi familia, y muchos fueron los ratos que pasaba en casa de mis abuelos maternos, Felipe y Concha. Y conmigo, que por aquellos años era sólo un niño, demostró tener mucha paciencia y amabilidad; muchas tardes me iba a su casa (la casa parroquial de entonces), pues en el patio, había un magnífico limonero, del que me encantaba coger unos cuantos limones y llevármelos para casa, para que mi madre me hiciera limonada, y D. Rosendo siempre me recibía sonriente, y echaba sus buenos ratitos de charla conmigo… Tiempo después, siendo ya vicario general de nuestra diócesis, volví a coincidir con él en Huelva, pues tuve la suerte de tenerlo de profesor de religión, cuando estudiaba bachillerato, en el instituto La Rábida. Mucho aprendimos de sus enseñanzas y del testimonio que nos transmitía en sus clases. Recuerdo perfectamente, la fiesta que le montamos en el instituto, el día que se hizo público su nombramiento como Obispo de Jaca. Él acudió como siempre a clase, y lo recibimos todos los alumnos de pie, con un fuerte aplauso, que agradeció mucho, antes de despedirse emocionado de nosotros.

Pasado el tiempo, ya como Obispo de Jaca o luego de Almería, atendió siempre las invitaciones que le hacíamos desde la Hermandad Matriz, para predicar nuestros cultos, dirigir retiros, reeditar alguno de sus libros, etc… mostrando siempre el cariño que conservaba por Almonte, por la Hermandad Matriz y sobre todo, por la Virgen del Rocío.

Concluyo este artículo, con unas palabras suyas, de la primera impresión que le causó la Romería del Rocío. Las dejó escritas en una carta que dirigió a sus padres, a su pueblo natal de Mues (Navarra), allá por el año 1958, y a la que dio lectura su hermana Magdalena, en al acto del pasado primero de octubre:

Por fin he conocido El Rocío, la peregrinación más famosa de España. Es algo digno de verse, aunque para comprenderlo todo hay que estar los cuatro o cinco días que dura la celebración, lo que vi me gustó mucho. Hay muchísima gente. Ellas vestidas de sevillanas y ellos de flamencos, con muchos caballistas y coches de caballos… la gente le tiene muchísima devoción. Confiesan muchísimas personas. Yo estuve por lo menos cuatro horas en el confesionario".

Queda ahí mi recuerdo y reconocimiento, para D. Rosendo Álvarez Gastón.



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