El obispo de Córdoba consagra a cinco nuevos diáconos con una advertencia sobre los 'males que nos afligen'
En la solemnidad de la Inmaculada Concepción, monseñor Jesús Fernández ha recordado a los nuevos diáconos su misión en un mundo con profundos cambios sociales

Momento de la consagración
Córdoba - Publicado el
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La Diócesis de Córdoba ha celebrado este viernes, solemnidad de la Inmaculada Concepción de María, la ordenación de cinco nuevos diáconos en una ceremonia celebrada en la Santa Iglesia Catedral. El obispo, monseñor Jesús Fernández, ha presidido el rito en el que han sido consagrados Angelo Bruno, Jesús Romera Fernández, Blas Sánchez Villarejo, Ángel González García y José Agustín González Contreras, quienes, según el prelado, “responden a la llamada de Dios entregado su vida al Señor y a la causa del Evangelio”.
A la ceremonia han asistido el obispo emérito de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, junto a un gran número de sacerdotes diocesanos, los rectores de los seminarios Redemptoris Mater “San Juan de Ávila” y Conciliar “San Pelagio”, formadores, seminaristas, así como familiares y amigos de los ordenados, que han arropado a los nuevos diáconos en este momento clave de su vocación.
Una llamada a la esperanza frente al mal
Durante su homilía, el obispo ha partido de la figura de la Virgen María como “ejemplo luminoso de disponibilidad obediente” para abordar los desafíos del presente. “Son muchos los males que nos afligen, pero pocos o ninguno tan doloroso como el enfrentamiento vivido en nuestras familias, en nuestros pueblos y ciudades, entre las naciones”, ha lamentado, señalando como el más “frustrante” el alejamiento de Dios. A pesar de que “el mal es tan antiguo como el ser humano”, como recuerda el libro del Génesis, monseñor Fernández ha proclamado un mensaje de fe, afirmando que “si el pecado nos trajo la maldición, la bendición nos ha venido de la mano de Jesucristo”.
En este sentido, ha subrayado que el pueblo cristiano ha sabido ver en el misterio de María Inmaculada un gran anuncio para la Iglesia. “Es verdad que el género humano aún pierde batallas en el terreno de la obediencia a Dios: el respeto y el amor al hermano, la justicia, la pureza, la verdad… pero, definitivamente, la guerra está ganada”, ha aseverado el obispo.
La Virgen Inmaculada nos muestra el camino y, al hacerlo, sostiene nuestra esperanza"
Obispo de Córdoba
La misión del diácono en el mundo actual
Dirigiéndose directamente a los cinco diáconos, monseñor Jesús Fernández les ha recordado que se comprometen “a la oración”, un alimento sin el cual “la mundanidad se abrirá paso en vuestras vidas”. Les ha instado a permanecer a la escucha de Dios, que “os hablará a través de múltiples canales”, incluidos los “signos de los tiempos”, porque el Creador “no ha creado el mundo y se ha alejado de él”.
El prelado ha reflexionado sobre los profundos cambios que afectan a la sociedad y que “exigen a la Iglesia una actitud permanente de observación y reflexión”. Entre los grandes retos ha enumerado la desigualdad social y económica, las migraciones, la desvinculación, la crisis familiar, la pérdida del sentido de la vida y la crisis ecológica, problemas ante los que la Iglesia debe mostrar una creciente cercanía.
Asimismo, ha recomendado a los nuevos diáconos acoger la gracia de los sacramentos, en especial la Penitencia y la Eucaristía, y proteger su compromiso con la obediencia. “Hoy no sólo recibís una consagración, recibís también una misión: ser imagen de Cristo servidor en medio de un mundo en el que se lleva más el ser servido que el servir”, ha afirmado.
Sois imagen de Cristo servidor en medio de un mundo en el que se lleva más el ser servido que el servir"
Obispo de Córdoba
Finalmente, el obispo ha puesto el celibato en valor, describiéndolo como un “don inestimable de Dios a su Iglesia” y un “signo profético” que sirve como “barrera protectora que nos permite encauzar las energías al servicio de la evangelización”.
¿Qué es y qué hace un diácono?
El rito de ordenación diaconal confiere el primer grado del orden sacerdotal. La palabra 'diácono' proviene del griego diakonos, que significa servidor o ministro. El sacramento configura al ordenado con Cristo, “que se hizo diácono, es decir, el servidor de todos”. Su función principal es el servicio a los pobres y a la comunidad.
A partir de su ordenación, el diácono puede impartir la bendición, presidir la celebración del matrimonio, bautizar, predicar o celebrar exequias y liturgias de la Palabra. Sin embargo, no puede celebrar la Misa ni confesar. Existen dos tipos de diáconos: los diáconos transitorios, seminaristas que serán ordenados sacerdotes, y los diáconos permanentes, que suelen ser hombres casados que reciben la orden para servir en sus comunidades de forma estable.
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