Se trata de uno de los sacerdotes que nutren en estos momentos la comunidad de Padres Mercedarios de Jerez de la Frontera, los custodios de la Patrona, y también es el protagonista de una dilatada trayectoria misionera en África. Todo ello, junto a su gran bonhomía, su cordialidad y entrega a su ministerio, hacen de Juan Carlos Mancebo un hombre muy querido en la ciudad lo que ha hecho especialmente doloroso el suceso que acaba de conocerse.

Esta misma mañana de martes, mientras discurría por la Plaza Cordobeses, en el barrio de San Mateo, cerca de la Basílica de Nuestra Señora de la Merced, ha sido víctima de una agresión brutal causada por dos individuos que tenían la pretensión de robarle. Los puñetazos recibidos, especialmente en la cara, han determinado el traslado al Hospital Universitario de Jerez, como confirma el compañero sacerdote Manuel Jesús Barrera, delegado diocesano de Pastoral de la Salud.

Hematomas y otros daños han urgido ciertas pruebas entre las que se estaba pendiente de Rayos X que confirmaran la rotura de la nariz tras un suceso que ha tenido lugar a plena luz del día y cuando el sacerdote acudía a desayunar, como cada día, a un bar cercano. Vecinos de la zona se acercaron para auxiliarle en un primer momento manteniéndose en observación en el centro hospitalario jerezano.

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TESTIGO DEL GENOCIDIO DE RUANDA

El fraile mercedario cuenta entre sus experiencias con haber vivido la barbarie que se cebó de un destino misionero particularmente crudo como Ruanda. "La gente caía muerta delante de nosotros", reconocía cuando, en el verano de 2019, fue estrenado el documental 'Redentores de cautivos' que narra la labor humanitaria desarrollada por los misioneros españoles en aquella guerra. Es preciso recordar que esa labor de liberación es la esencia de un carisma, el mercedario, tan presente en Jerez.

Juan Carlos Mancebo fue entonces uno de esos héroes anónimos. Nacido en Madrid, accedió a la Orden Mercedaria con apenas 11 años de edad, fue ordenado en 1981 y ejerce su ministerio en la comunidad jerezana siendo, a la vez, párroco de la cercana parroquia del Corpus Christi cuya atención está en manos de estos sacerdotes del hábito blanco.

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