No es para embalar: este es el verdadero uso con el que crearon el papel de burbujas y por qué no deberías explotarlo

A menudo, lo que más necesitamos está justo delante y no lo valoramos. El plástico de burbujas, ese divertido material que todos disfrutamos explotar con los dedos, es en realidad uno de los recursos más versátiles del hogar. Lo que comenzó como un intento fallido de papel pintado se ha convertido en un aliado imprescindible para embalajes, bricolaje e incluso jardinería.

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El film alveolar, inventado en 1957 por los ingenieros estadounidenses Marc Chavannes y Alfred Fielding, no tuvo éxito como material decorativo, pero sí revolucionó el mundo del embalaje. Según explican los expertos de Simapack, este film es flexible, impermeable y reutilizable, y sus burbujas ofrecen una protección eficaz contra impactos.

Sin embargo, pocos saben que su utilidad supera con creces la simple protección de objetos frágiles: también es un excelente aislante, ayuda a conservar la humedad y protege las plantas tanto del calor como del frío.

PROTEGE TUS PLANTAS DEL CALOR

El plástico de burbujas es muy útil en jardinería, ya que puede usarse como una cubierta ligera que protege las plantas del viento, el granizo y las variaciones bruscas de temperatura. Al colocarlo adecuadamente, ya sea sobre la tierra o las macetas, funciona como una barrera térmica que ralentiza la evaporación y disminuye el estrés hídrico, algo clave en épocas de sequía o en zonas con escasez de agua. 

Eso sí, no debe colocarse directamente sobra las hojas, especialmente en los días de más sol, ya que podrían dañarse a causa del efecto lupa.           

ESCUDO CONTRA EL FRÍO EN INVIERNO

En invierno, el plástico de burbujas adquiere un valor especial. Funciona como aislante térmico, protegiendo cultivos, tallos jóvenes y plantas delicadas de heladas, viento y granizo. Aunque es común en invernaderos para cubrir estructuras completas, también resulta muy útil en casa, envolviendo macetas o ramas para resguardar las plantas durante el invierno.

Las burbujas de aire de este tipo de envoltorios limitan el intercambio térmico y, por lo tanto, retienen el calor acumulado a lo largo del día. Al ser también ligero y flexible, se puede fijar fácilmente con pinzas, bridas o cinta, y reutilizarse en más ocasiones y durante varios años. 

OTROS USOS QUE NO CONOCÍAS

Más allá de la protección de nuestras plantas, estos envoltorios tienen otros tantos usos que mucha gente desconoce. En invierno pueden colocarse sobre los cristales de las ventanas, con lo que vamos a reducir el aislamiento, la casa no perderá frío y esto nos ayudará a reducir el gasto en calefacción. Pero además de ser un aislante térmico, es también un aislante acústico.

En la cocina, el plástico de burbujas es ideal para forrar cajones del frigorífico, evitar olores y proteger la vajilla. Además, ayuda a mantener la forma de bolsos y prendas delicadas durante el almacenamiento. En manualidades, sirve como base perfecta para pintar, crear texturas e incluso para decorar repostería, aplicando chocolate sobre su relieve característico.

En definitiva, el plástico de burbujas es un material muy versátil y reutilizable. Si lo conservas intacto, podrás aprovecharlo una y otra vez, tanto en casa como en el jardín, temporada tras temporada.