Los dos apellidos que históricamente se asocian a un origen incierto y que desconocías: no son los que crees
Antiguamente, los apellidos designaban características, lugar de origen, oficios o la vinculación con los progenitores o algún otro familiar. Pero, ¿qué ocurría con los niños sin familia?

Visita del educador suizo Johann Heinrich Pestalozzi al orfanato de Nidwalden, Suiza (1882).
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Desde los tiempos de la Antigua Roma, los apellidos han formado parte de la vida en sociedad, etiquetando y clasificando a los recién nacidos, algunos más complejos que otros. En ese entonces existía el tria nomina, el cual se componía de praenomen (el nombre de pila, por ejemplo, Cayo), nomen (que indicaba el linaje familiar: Julio) y el cognomen (nombre adicional, un apodo que designara características físicas, título u oficio: César).
Ese sistema evolucionó hasta nuestros días. A día de hoy, en España, fue el Cardenal Cisneros en el siglo XVI quien impulsó la implantación de la tenencia de dos apellidos en nuestro país. Dos apellidos que indicarían, por lo general, el lugar de origen, las características físicas o el oficio de aquellos que los portaran o de sus antepasados. Pero, ¿qué pasa cuando no los hay? ¿Cómo se apellidaban los niños abandonados?
EL APELLIDO COMO CONDENA SOCIAL
En el pasado era muy común el abandono de niños, muchas veces provocado por aquellos padres que no se podían costear la vida de su hijo, por negarse a reconocer a un hijo ilegítimo. Debido a ese desarraigo, muchos bebés eran abandonados en las puertas de las iglesias, con la esperanza de ser amparados por las autoridades religiosas.

Niños huérfanos en Haarlem (1663).
A menudo, para designar un apellido a un niño sin padres, se tenía que recurrir a la originalidad, la mayoría de las veces, apoyados por fórmulas recurrentes para apellidar que eran de gran ayuda en estos casos. De este modo, surgían apellidos, hoy en día poco comunes como Diosdado, Tirado o De Dios —con su variante en catalán, De Deu o Deulofeu—.
Sin embargo, entre los más comunes se encuentran el apellido Blanco, que además de designar una característica física como el color de piel o de cabello, también tiene un origen en el terreno de la orfandad y el abandono de niños. El apellido Expósito, del que hablaremos más adelante, también tiene un origen ligado a la orfandad y el abandono.
Lo que para las instituciones era una forma de “organizar” a los niños sin filiación clara, para los propios afectados era una condena social. Llevar ese apellido suponía no poder ocultar tu pasado. En una sociedad obsesionada con la limpieza de sangre, los linajes y la moral religiosa, tener un apellido así significaba estar marcado: no tener padre conocido y, por tanto, ser sospechoso de pecado o ilegitimidad.
a menudo, los niños abandonados tenían un mismo apellido
Durante siglos, llevar estos era sinónimo de rechazo, vergüenza social e incluso sospechas de herejía. Hoy, en cambio, es un apellido más, con miles de personas que lo portan con total normalidad. Diosdado o Tirado son apellidos poco comunes, pero hay uno que es más popular.
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El apellido del niño abandonado por excelencia en España era Expósito. Durante la Edad Media y gran parte de la Edad Moderna, los niños abandonados en conventos, hospitales, iglesias y hospicios eran registrados por las autoridades bajo una categoría que dejaba claro su origen: “expósitos”. La palabra, proveniente del latín expositus (“expuesto”, “abandonado”), servía para identificar a aquellos menores huérfanos o que habían sido entregados por madres solteras, familias sin recursos o mujeres víctimas de abuso.
En lugar de inventarles un nombre común, se optaba por dejar constancia de su situación con un apellido que lo decía todo. Así, Expósito pasó de ser una condición a transformarse en un apellido que los acompañaría durante toda su vida, y en muchos casos, durante generaciones.
LAS ESTADÍSTICAS DE LOS APELLIDOS DE 'ABANDONADOS' HOY EN DÍA
Hoy, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), hay más de 34.000 personas con el apellido Expósito en España. Aunque en la mayoría de los casos ya no está asociado a su significado original, el apellido conserva una carga simbólica e histórica muy importante para los investigadores, como sociólogos, historiadores y genealogistas.

Los datos del apellido 'Expósito' en España, según el INE (datos de 2024, actualizados en mayo de 2025).
En lugar de proteger la identidad de los niños abandonados, el sistema los etiquetó de por vida. En muchos archivos eclesiásticos o censos del siglo XVIII, es habitual encontrar registros con apellidos como Expósito, De la Cruz o Sin Nombre, todos ellos connotaciones directas del abandono o la falta de padres reconocidos.
Que hoy este apellido se haya normalizado no borra el pasado, pero sí habla de una sociedad que ha avanzado, que ha cuestionado los estigmas heredados y que ha dejado de juzgar a las personas por los errores de otros.
En definitiva, el caso de Expósito no es solo una anécdota histórica: es una muestra clara de que el lenguaje institucional puede perpetuar desigualdades durante generaciones.




