“Si vieran como desaparecen los gases mediante la luz... es que es instantáneo, no comprendemos cómo es que no se usan ya en las ciudades”. Así de tajante es Luis Sánchez Granados, catedrático de Química Inorgánica de la Universidad de Córdoba y cabeza visible de un proyecto pionero. Su equipo ha demostrado cómo se puede reducir la contaminación de las ciudades gracias a unos elementos químicos que se añaden a los materiales de construcción de los edificios.

En el punto de mira de estos investigadores estaban “los gases de óxido nitrógeno, que uno de los que genera el tráfico rodado”. Todo el mundo conoce ya, como recalca Sánchez Granados, que este tipo de humos “son bastante tóxicos y convivimos con ellos”. Por eso, muchos investigadores han tratado de buscar soluciones a este problema. Pero los resultados de la Universidad de Córdoba son únicos: “se puede reducir esta contaminación directamente un 50 o un 60%”. Y añade que esa famosa boina naranja “desaparecería” gracias a estos elementos.

Los investigadores son cautos. Reconocen que son datos de laboratorio. Por eso van a probar estos materiales en la misma ciudad cordobesa, en la que instalarán estos compuestos “entre dos túneles en los que hay bastante contaminación y ver 'in situ' este proceso de descontaminación”, como explica el investigador.

Ya existen algunos compuestos que permiten reducir la contaminación a través de pinturas o materiales de construcción. El método que emplean es complejo. Se utiliza un fotocatalizador, es decir, un compuesto químico que se activa con la luz solar. Por eso, el proceso tiene una limitación temporal: solo funciona durante el día.

La principal novedad del estudio cordobés es que usan un componente que continúa descontaminando “con la luz apagada durante unas dos o tres horas”. Son los hidróxidos dobles laminares (sistema HDL). Es especialmente útil porque los picos de contaminación vienen determinados por el tráfico: el primero cuando la gente sale a trabajar y la segunda, cuando vuelve de sus oficios, “que en esta época ya es de noche”. Pero gracias a esta propuesta, “sería capaz de seguir limpiando la atmósfera, incluso en estas horas nocturnas”, detalla Sánchez Granados.

Un precio sorprendente

Pero también plantea varias ventajas. “El material es bastante más económico que el que se utiliza hoy”, aclara el investigador. De hecho, la alternativa que plantea el equipo de la UCO cuesta 25 veces menos que los medios actuales. Según el catedrático, esto permitiría que “el usuario normal pudiese acceder a comprar estos elemento fotocatalíticos”.

De hecho, señala que “no son mucho más caras que las placas fotovoltáicas”. Señala que es la administración la que tendría que regular “cuando se debe aplicar o no”. Del mismo modo que con las placas solares. La mejor opción para Sánchez Granados es crear “normativas para tener en sus fachadas estos materiales que ayudaran a la mejora medioambiental”.

La cuestión es por qué no se está aplicando ya: “ahora mismo está siendo objeto de patente”. Una vez que se complete, se ofrecerá a las empresas para que empiece a producirse a gran escala. “Ahí sería la hora de la verdad de si es efectivo”, concluye el catedrático. Pero confiesa que para llegar hasta este punto, “suele ser cuando hay una empresa interesada detrás”.