Quienes tengan más de cuarenta años seguro que recuerdan con bastante exactitud lo ocurrido en Estella (Navarra) un día como hoy. En uno de los montes cercanos a la localidad navarra, se celebró en aquel 9 de mayo la primera concentración carlista tras la muerte del dictador Francisco Frasco, en la que las dos facciones del entonces carlismo, separado como nunca antes, volvía a encontrarse frente a frente.

El encuentro siempre había sido tenso, pero en esta ocasión si cabe más, tras la muerte del dictador y después de las pintadas que aparecieron en la capital, dejaban entrever lo que podría ocurrir el 9 de mayo de 1976.

Las dos facciones del carlismo, frente a frente

Nadie, sin embargo, se esperaba que se presentasen los dos líderes de las dos facciones del carlismo. Hugo y Sixto de Borbón, ambos hermanos, se presentaron y se pusieron al frente de sus hombres, enfrentándose en una batalla medieval que en aquel momento parecían haberse olvidado.

Los carlistas seguidores de Hugo, que se habían pasado al socialismo autogestionario y a la autodeterminación de los pueblos de España, fueron atacados en el monasterio de Irache, próximo a la localidad estellesa, así como en la ermita de Montejurra, por un grupo menor de partidarios de Sixto, que reivindicaban el 18 de julio y quienes estaban acompañados por italianos de ultraderecha huidos de su país por actos de terrorismo. Los sucesos se saldaron con dos fallecidos y varios detenidos, que tras la amnistía aplicada en 1977 no fueron condenados.

Los carlstas fuera de la realidad política

Tras estos acontecimientos, sin embargo —que fueron tachados como 'oscuros' por parte de Fraga así como de otros destacados líderes políticos de aquel momento— trajo consecuencias para un movimiento popular que nació y se extendió en País Vasco y Navarra.

Un año después de lo sucedido, los carlistas quedaron fuera de las Cortes por primera vez en un siglo de historia. En Navarra, Alianza Foral Navarra —que era como se les conocía a la parte del carlismo más tradicional— quedó en cuarta posición en aquel año con 21.900 votos, mientras que el ala socialista solo obtuvo 8.541 votos. Lo que nadie esperaba es que a estos malos resultados electorales iba a estar acompañada de un actor del que en aquel entonces había pocas pistas: Euskadi Ta Askatasuna (ETA).

La banda terrorista escogió a los carlistas como uno de los blancos fáciles a batir, y durante su historia consiguieron perpetrar el asesinato de Juan María Araluce Villar, presidente de la Diputación de Gipúzcoa así como José María Arrazabalaga Arcocha, jefe de la Juventud Tradicionalista de Vizcaya.