El hecho de tener un bebé puede ser una experiencia emocionante para unos padres que son primerizos, pero se ha de saber que precisará de muchos cuidados durante sus primeros años de vida. Además, la única manera que cuenta el pequeño para comunicar sus necesidades es a través de su llanto. Algo que inevitablemente provoca que en muchos casos los propios padres deseen que dejen de llorar de forma tan frecuente.

Para ello, en muchos casos se usa la denominada 'curva del llanto' elaborada a partir de un estudio científico llevado por el pediatra estadounidense Thomas Berry Brazelton que llevó a cabo en 1962. Según el estudio, el momento de mayor frecuencia se encontraría sobre las seis semanas de vida del niño y a partir de los tres meses se comienza un descenso y una "estabilización en una frecuencia baja".

Este proyecto tuvo lugar con la colaboración de 80 madres de recién nacidos a través de registros diarios de molestias de los bebés durante las 12 primeras semanas. Uno de los factores que se tuvo en cuenta fue "eliminar la excesiva tensión ambiental como factor aditivo". Uno de las conclusiones que se sacaron fue que los niños que no lloran tanto se chupan los dedos durante períodos más largos del día y aquellos que lloran una "cantidad inusual responden a una manipulación de la tensión ambiental".

La revista especializada Child Development ha analizado toda la información sobre la cuestión con el objetivo de actualizar el modelo que propuso en su momento Berry Brazelton. Los datos recogidos pertenecen a bebés hasta los 12 meses de edad con padres de 17 países. Los autores que están adscritos a la Universidad danesa de Aarhus, han documentado un total de casi 8.000 bebés.

El nuevo estudio contradice otro realizado en 1962

De los datos recogidos destacan que resulta complejo crear un modelo generalizable por la "alta variabilidad" registrada. De hecho, exponen como ejemplo que el "llanto excesivo" o los cólicos continúan durante meses. En relación a este aspecto, los expertos proponen realizar dos grupos: el primero con un pico de frecuencia de lloro tras cuatro semanas y el otro con una estable durante las primeras semanas desde el nacimiento y posteriormente una reducción gradual.

Unos datos que además varían según el país de origen del bebé: los niños mexicanos o surcoreanos lloran menos que los de Estados Unidos o Reino Unido. Por ello, los investigadores estipulan que los padres no se deben de preocupar excesivamente por si el niño no se ajusta a las expectativas que tienen a la frecuencia del llanto de su bebe. Llorar es un proceso muy importante para el desarrollo del bebé y como tiene lugar en otros aspectos, cada niño tiene que hacerlo a su propio ritmo.