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El legado de Fernando Puchol, el maestro de piano que ha dejado una red de artistas por todo el mundo

Su hijo Daniel Puchol y sus discípulos recuerdan a Fernando Puchol como un "maestro de vida"

Fernando Puchol en su casa

Fernando Puchol en su casa, imagen cedida por la familia

Elena Santa María

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 25 ene 2021

El último día del año 2020 fallecía de Covid Fernando Puchol, pianista valenciano, a los 79 años. Puchol ha sido uno de los pianistas españoles más importantes del siglo XX. Ha desarrollado una amplia carrera durante más de 30 años en los que ha compaginado sus conciertos por todo el mundo con lo que más le gustaba: enseñar. El valenciano ha estudiado en París y en Viena, ha ganado premios internacionales y ha actuado en salas de toda Europa, América y Asia. Pero lo que le hace único se puso de manifiesto el día de su muerte: una red de llamadas entre todos sus alumnos para recordarle. Puchol ha creado una gran cantera de pianistas que se ha convertido en una gran familia. "Tener un padre con un talento tan especial y con tanto carisma hace que tu vida esté marcada por la admiración hacia él", nos ha contado su hijo Daniel Puchol.

Los "Pucholitos"

Cuando se le pregunta a un discípulo suyo quién era Fernando Puchol no faltan los adjetivos: generoso, inteligente, acogedor. Gema recuerda que lo conoció con 18 años en un curso de verano, decidió venir a Madrid a estudiar con él y en seguida el profesor se convirtió en una referencia para ella, no solo en el piano sino en la vida. "Todos los días me preguntaba qué tal, cómo iba con la cocina o si echaba de menos a mis padres". Leonor reconoce que su "Padre Musical", como ella le llama, "se convirtió muy pronto en un referente imprescindible en mi vida a todos los niveles. Él quiso y supo integrarme en su familia, y rápido le consideré mi segundo padre, mi padre adoptivo como solíamos decir".

La red de "Pucholitos" se extiende por todo el mundo. Como señala Águeda, "nos ha unido a varias generaciones, se habla siempre de los pianistas, pero nosotros somos un montón de profesores repartidos por todo el mundo que estamos transmitiendo su línea y su forma de hacer". Muchos de ellos se han convertido en pianistas reconocidos. Enriqueta es ahora profesora de piano en Estados Unidos, "él me enseñó que la música más que una profesión es una forma de vida, yo cuando practico escucho su voz cantando las piezas por encima, iba siempre más allá, era un mentor que nos preparó para la vida profesional que nos íbamos a encontrar". Como dice otro antiguo alumno, Polo Vallejo, "supo leer y descifrar el perfil de cada alumno, asignándole obras concretas de repertorio que permitían descubrir mundos sonoros donde expandir la expresión y las emociones".

Al jubilarse siguió dando clase y por su casa siguieron desfilando alumnos que le pedían consejo a la hora de preparar sus conciertos. Es muy significativo que sus hijos conocen perfectamente a estos "otros hijos" y mantienen amistad con ellos. Recuerda Leonor que Puchol "tenía una gran psicología para entendernos, nos conocía rápidamente y nos marcaba un camino muy concreto para sacar lo mejor de nosotros".

Otra palabra que repiten sus discípulos es el sonido. "Me transmitió la búsqueda del sonido, el color, el fraseo, la coherencia, la energía..." cuenta Teresa. "Él tenía muy claro que como tocamos es el reflejo de cómo estamos", añade Gema.

Maestros del maestro

Puchol aprendió a ser maestro de sus maestros. En una entrevista que concedió a Radio Clásica hace dos años mostró su agradecimiento a la primera profesora que tuvo de niño, "ella me enseñó a querer el piano, a divertirme tocando". Pero si hay un maestro que marcó su vida fue Daniel de Nueda, un hombre que "amaba el sol, el Mediterráneo y la música". En su primera etapa, Fernando, que tocó en público por primera vez con 7 años, era como él define "una esponjita". Con de Nueda entendió que la relación profesor-alumno es como una relación de pareja. "Confiamos el uno en el otro, tiene algo de entrega".

Muchos otros nombres han marcado la vida profesional de Fernando Puchol, pero hay uno especial: Ana Bogani, su mujer. Con ella ha tocado conciertos a cuatro manos, "fue una época muy dorada, yo tengo prohibido por ella decirlo, y entre mis maestros no la cito, pero la manera en que ella me ha tratado ha sido muy importante para mí también profesionalmente". A ella, a sus hijos y a sus amigos ha dedicado su tiempo. Su hijo Daniel recuerda con orgullo que su padre siempre ha antepuesto su familia y sus amigos -entre los que incluye a sus alumnos- a su carrera. Pero la música siempre lo ha impregnado todo. Daniel lo explica con una anécdota, cuando se fue de casa por primera vez, echaba de menos una cosa y no identificaba qué. No eran sus padres, ni sus hermanos, ni sus cosas. Era el piano.

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