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El 'juego de las sillas' que explica por qué hablamos de derecha e izquierda en la política

Diferenciamos así las dos grandes tendencias ideológicas por un motivo mucho más sencillo de lo que cabría pensar

El juego de las sillas que explica por qué hablamos de derecha e izquierda en la política
Millán Cámara

Redactor de COPE

Tiempo de lectura: 2'Actualizado 23:13

Este domingo, España vive su enésima jornada electoral. En este caso, centrada en Cataluña. Los ciudadanos ya estamos más que acostumbrados al lenguaje que trae consigo un acontecimiento como este: partidos, candidatos, programas, mítines, votos, colegios electorales, escrutinio... Por supuesto, en este discurso también tienen cabida la derecha y la izquierda. Aunque puede que, tan hechos como estamos ya a los dimes y diretes de la política, nunca nos hayamos preguntado por qué categorizamos así las principales tendencias ideológicas.

Claro que hay una razón para explicar por qué identificamos a un lado u a otro a las formaciones que albergan a nuestros representantes. Es mucho menos enrevesada de lo que podría creerse y tiene su origen en la Francia del siglo XVIII.

El juego de las sillas que explica por qué hablamos de derecha e izquierda en la política

El 'juego de las sillas' que explica por qué hablamos de derecha e izquierda en la política

28 de agosto de 1789. La Revolución Francesa está a punto de empezar a gestarse. Tan sólo hace falta que la Asamblea Constituyente gala determine si la monarquía va a tener continuidad en el país o no: hay que votar al respecto del poder que debe tener Luis XVI a partir de ahora.

El debate entre partidarios y detractores del monarca adquiere tanta intensidad que las sillas del lugar gozan de un protagonismo inusitado. Estas acabarán marcando un antes y un después en la terminología política, pues unos y otros pasan a colocarse de forma estratégica en los asientos de la sala.

A la derecha del presidente de la Asamblea, se sientan los más conservadores: leales a la Corona, opuestos a la Revolución y partidarios, en definitiva, del absolutismo y de la monarquía parlamentaria. A la izquierda, acaban los reaccionarios: quieren acabar con el orden preestablecido y están convencidos de que el rey no debe tener potestad para detener ni cancelar ninguna ley.

Al final, se impone la solución revolucionaria, y con amplitud: 673 votos favorables a la izquierda por los 325 para la derecha. Lo que pasó después es historia: la monarquía francesa desapareció pocos años más tarde, Luis XVI y María Antonieta fueron decapitados y la República nació.

El juego de las sillas que explica por qué hablamos de derecha e izquierda en la política

Erich Lessing / Art Resource, NY / © Artres

Así fue como los conceptos de derecha e izquierda se instauraron en la vida política. Ya en el siglo XIX, su discusión viró hacia la religión (la derecha era conservadora y quería una ligazón entre Estado e Iglesia, mientras que la izquierda abrazaba a los laicos). En el siglo XX, llegó el turno del debate económico (derecha = liberalismo; izquierda = regulación del mercado).

Eso sí, definir a los partidos por 'de derechas' o 'de izquierdas' es algo que tardó tiempo en calar entre la ciudadanía. Pero ocurrió a medida que la sociedad se fue politizando cada vez más y que la educación ganó entidad. Así aparecieron otras divisiones: demócratas frente a republicanos, conservadores frente a liberales...

Por tanto, la polarización en la que se mueve la política tal y como la conocemos hoy surgió de la forma más sencilla que se puede imaginar: con una suerte de juego de las sillas en el que cada uno de los lados elegidos por los participantes definió, a posteriori, toda una ideología.

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