Cruz era un perro de dos años de la raza pitbull que vagaba sin dueño por las calles de la ciudad californiana de San Bernardino.Un animal abandonado, sucio, lleno de garrapatas y tremendamente agresivo y asustado. Tanto pánico tenía Cruz a los humanos, que se resistió proundamente a ser rescatado por los humanos que intentaban sacarlo de su situación de indigencia.

La agresividad de este pitbull hizo que rápidamente se lo clasificara como perro peligroso, lo que convertía en muy difícil el encontrarle un nuevo hogar al perro. Durante meses, el animal pasó las horas abandonado, sin sentir que pudiera encontrar un amigo en el ser humano que acabara su desconfianza hacia las personas.

María nunca creyó que Cruz fuera un "perro agresivo"

Pero una persona se negó a creer que Cruz fuera un perro violento, condenado a la muerte. María Sánchez, una de las voluntarias del refugio, supo que era capaz de salvar la vida de este precioso pitbull. 

Un día, María le echó valor e hizo lo que todos le habían desaconsejaro que hiciera: meter la mano en la jaula de Cruz.

Lo que pasó en aquel encuentro cambió para siempre la vida de Cruz y de María. En lugar de reaccionar con violencia y maldad, el pequeño cruz comenzó a acercarse a María. Empezó a mover la cola, haciendo comprender a su nueva amiga que era bien acogida. Y al llegar a su mano...el "violento" animal comenzó a jugar con ella, demostrando el amor que había adquirido por su nueva amiga.

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María y Cruz comenzaron así una única amistad, en la que desde entonces se reconocieron el uno al otro con cariño y protección. Ya nadie más volvió a decir que Cruz era un perro violento.