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El cáncer no es un bichito ni un monstruo, los expertos censuran el eufemismo

Begoña Fernández

Agencia EFE

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 09:47

Begoña Fernández

Cuando se habla de cáncer a un niño o a un adolescente hay que mencionar la palabra "enfermedad", usar un lenguaje verídico sin circunloquios ni eufemismos porque el cáncer "ni es un bichito, ni un monstruo" ni el paciente es "un guerrero o un valiente" capaz de superar la "batalla".

Lo cuentan a Efe la psicoóncologa Alba Plata, la filóloga Pilar Úcar y la pedagoga y presidenta del Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC), Begoña Barragán, que apelan a hablar con el menor e interesarse por cómo se siente pero desterrando el lenguaje bélico que, en su opinión, genera una falsa sensación de control de la enfermedad que, al final, deriva en ansiedad y frustración.

"No se puede cargar al paciente con esa mochila porque el paciente está derrotado y lo que necesita es un tono de calma y tranquilizador" dice Úcar, que ha superado hace dos años una leucemia mileoide aguda y que durante el tratamiento, dice, se convirtió en ese 4% de pacientes que está en contra del lenguaje beligerante y a favor de normalizar la enfermedad.

MENOS MENSAJES CON EMOTICONOS DE SUPERACIÓN Y MÁS CORAZONES

"¿Qué nos pasa con el cáncer?", se pregunta esta filóloga de la Universidad de Comillas en Madrid que se exaspera cuando recuerda los emoticonos de victoria y fuerza que le mandaban sus amigos durante el tratamiento y los mensaje de "sé valiente", "tú puedes" y "no dejes de luchar".

Y se cuestiona por qué no se usan otros emoticonos mucho más amables y realistas como una flor, un corazón o un simple beso.

Úcar asegura que esto no pasa con otras enfermedades, no ocurre con una hemiplejia, ni una tetraplejia o una amputación, todas esas palabras siguen en el diccionario, se pronuncian sin reparo, mientras que el cáncer continúa dando mucho miedo, sobre todo a los adultos, que lo convierten en un tabú.

OLVIDARSE DE LOS DIMINUTIVOS, LA SANGRE "NO ESTÁ MALITA"

Esta filóloga insiste en que el cáncer "no es una carrera de obstáculos, ni una carrera de fondo, es una enfermedad" y para sobrellevarla precisa de un lenguaje "facilitador" y, en ningún caso, se debe recurrir a diminutivos diciendo a un niño que "su sangre está malita y le van a mandar unos soldaditos".

Y esto pasa porque el cáncer da un miedo terrible y provoca sustos e imágenes funestas. Pero a decir de esta experta, los niños sorprenden y lo que quieren es saber qué les pasa, por qué no pueden ir al colegio o a la fiesta de cumpleaños, por qué se sienten tan cansados y cuándo va a pasar todo este proceso.

Aquí lo mejor es hablar, dejar al niño el protagonismo, contestar a sus preguntas o como hacen algunos médicos en consulta explicar con peluches qué es una plaqueta o un leucocito, porque es mejor imaginar lo que ocurre en tus propias células sin necesidad de "bichitos o monstruos".

La psicooncóloga Alba Plata subraya que la imaginación de un niño es muy viva y es preferible que sepa lo que pasa en sus propias células con un lenguaje verídico que reproduzca en su cabeza la idea de bichitos que entran en su cuerpo.

Tanto Plata como Úcar recomiendan que no se trate a los niños como seres desvalidos y que los adultos no proyecten en ellos malos augurios.

Por ello, aconsejan evitar expresiones que no favorecen nada como, por ejemplo: "no pasa nada, no te va a doler, sé valiente o hay que luchar".

En su lugar refieren expresiones más apropiadas como puede ser: "te entiendo, es normal que te sientas así, qué necesitas o cómo te podemos ayudar" y para eso hay que encontrar a la persona adecuada para comunicar y el momento para hacerlo, adaptándose a la edad de la persona y hablando despacio, con contacto visual, con confianza y sin tener miedo a los silencios.

LOS PACIENTES: QUEREMOS QUE SE NOS HABLE NORMALMENTE, SIN LÁSTIMA

Begoña Barragán es pedagoga y presidente el Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC). Desde su experiencia recomienda que al paciente, ya sea niño o adulto, se le hable con una actitud racional, "ni demasiado optimismo ni excesiva pena".

Para esta pedagoga, a los niños no se les puede ocultar la verdad y si se hace tendrán una doble decepción. "Que te decepcione tu familia mintiéndote, no es fácil de asimilar", asevera.

Un mensaje constructivo es decir al paciente ya sea niño, adolescente o adulto: "Estoy aquí para ayudarte", y es bueno que eso lo sepan los familiares y los acompañantes que pueden aportar mucho si adoptan esa perspectiva.

Barragán también apela a cambiar el lenguaje desde los medios para que no se den titulares en los que la droga, el terrorismo o la xenofobia aparecen como "el cáncer" de la sociedad porque son esos mensajes con connotaciones negativas los que convierten a la enfermedad en catastrófica.

Y otro eufemismo reiterativo es cuando se dice que alguien falleció "tras una larga enfermedad", evitando llamar al cáncer por su nombre, un tabú contra el que luchan asociaciones, médicos, psicólogos, filólogos, educadores y pacientes que, aseguran, nombrar la enfermedad es el primer paso para asumirla.

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