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3 de cada 10 nacidos en España tiene padres extranjeros: La educación y el empleo, claves para la integración

Si no contásemos con estos nacidos de inmigrantes, la edad promedio en España, que en 2022 se situó en 44,1 años, se incrementaría casi dos puntos

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Ana Palacios
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Redactora de informativos

Tiempo de lectura: 7'Actualizado 04:24

Que cada día hay menos nacimientos es un hecho. En 2021 nacieron en España 337.380 niños, que son casi 4.000 menos que al año anterior. Y habría sido aún menor de no ser porque 109.311, es decir el 32,4 por ciento, eran hijos de padres de origen extranjero.

Según datos del último informe “Inmigración: un quinto de la España actual, más de un cuarto del futuro, del Observatorio Demográfico del CEU, vivimos un cambio demográfico sin precedentes. De hecho, si no contásemos con nacidos de inmigrantes, la edad promedio en España, que en 2022 se situó en 44,1 años, se incrementaría casi dos puntos.

El origen de los padres de los bebés de 2021

Lo cierto, es que, en menos de 20 años, la población extranjera ha crecido en más de un 600 por ciento, según la estadística de los flujos de población de la EPA. Un cambio demográfico enorme en muy poco espacio temporal. El estudio revela que la población autóctona decrece mientras que la de origen extranjero aumenta a un buen ritmo, especialmente en las grandes ciudades.

3 de cada 10 niños nacidos en España tenían al menos un padre de origen extranjero. Por procedencia, la latinoamericana es la mayoritaria, alcanza un 47 por ciento del total de la inmigración, seguida de los africanos, europeos y asiáticos.

Según el Real Instituto ElCano,es Gerona, en Cataluña, donde más padres de procedencia extranjera encontramos, en hasta el 50,9 por ciento de los niños nacidos allí en 2021 ambos progenitores que no habían nacido en nuestro país. Lérida, Barcelona, Baleares, Madrid y Valencia son las otras ciudades donde más sucede.

Por otro lado, las que menos son Extremadura, Asturias, Castilla y León y Galicia. La razón sencilla, la población inmigrante suele optar por destinos donde existan más oportunidades de empleo. A ellos se suma una inmigración de ciudadanos europeos que suelen estar en edad de jubilación, en este caso eligen Canarias, Baleares o provincias como Alicante o Málaga, zonas costeras en el área mediterránea.

¿Es positivo o negativo?

Será positivo o negativo según como se integren esas nuevas generaciones de españoles. Alejandro Macarrón, es coordinador del Observatorio Demográfico del CEU y lo define como un gran cambio histórico en un periodo de tiempo muy pequeño: “España siempre ha sido un país muy homogéneo, con algunas migraciones, pero esto, es distinto, es un cambio enorme porque se produce en un espacio temporal muy breve. Puede ser positivo y crear diversidad, pero también negativo si no hay una buena integración. Es preciso evitar que se creen guetos que fracturen la sociedad”.

Es evidente que los niveles de natalidad en España son muy bajos por eso la llegada de inmigrantes debemos verlo como algo positivo. Juan Carlos Jiménez, es profesor de sociología de la Universidad San Pablo Ceu: “hay que tomarlo como un elemento normal en un proceso migratorio y que afortunadamente sitúa a España como país migrante, es decir, atraemos porque nos hemos desarrollado, a diferencia de los años 50 que éramos nosotros los que salíamos fuera”.

Los inmigrantes legales establecidos en España se sienten más integrados que los establecidos en países europeos del norte gracias a la facilidad para resolver trámites burocráticos como pedir la residencia o la reagrupación familiar, encontrar trabajo y aprender el idioma. La residencia permanente en un país es un elemento clave para la integración.

La integración en nuestra sociedad a día de hoy está muy marcada por el país de procedencia. Los hijos de los europeos, ya sean occidentales u orientales, se integran sin problema gracias a su cercanía cultural. Lo mismo sucede con los hispanoamericanos, tiene una lengua común y un componente cultural cercano, “aunque tienen sus rasgos propios que han traído de sus países y chocan completamente con nuestra cultura como son las bandas latinas”, nos explica Macarrón.

Jiménez opina de la misma manera, la población de América latina lo tiene más fácil: “y cuanto más blanca mejor. Es un elemento que no sólo nos importa a nosotros, también a ellos. Hace 50 años éramos una sociedad muy homogénea, y a día de hoy tendemos a calificarlos por el color, su inserción será más fácil, porque además normalmente en su país de origen han tenido un nivel educativo mayor”.

También tenemos la inmigración musulmana, que es la que potencialmente puede tener más dificultades de integración por lo que se está viendo en otros países de nuestro entorno, como Francia, Bélgica o Suecia, porque tienen un componente cultural muy propio. “España se ha construido sobre la base de que el otro era el marroquí, esto se refleja en el imaginario colectivo. Ellos lo saben, y por ello tienen más prevención a la hora de integrarse que otros”, explica Jiménez. Aunque señala que pese al número tan elevado que son, los resultados a día de hoy están siendo mejores que en los países de nuestro entorno.

Y por último tenemos la comunidad china, “que no se mezcla mucho con las demás, pero son comerciantes y no tienen casi paro. Y esa es sin duda la clave para la integración”.

Suspendemos en educación y empleo

Hay varias cosas en las estamos trabajando bien como sociedad para su integración y otros muchos retos en los que aún podemos mejorar.

Entre los aspectos a mejorar está el acceso a un empleo de calidad, que debería ser también para los inmigrantes el motivo de la elección del lugar de residencia, “para no depender de familiares o amigos, sino de las posibilidades económicas y de empleo”, explica Jiménez. De lo contrario lo que sucede es que se acaban juntando en las mismas zonas, se concentran, no hacen amigos fuera, y asumen que sus procesos de integración no tienen las mismas oportunidades del resto.

Queda pendiente mejorar las tasas de fracaso escolar de los hijos de inmigrantes, para que tengan el mismo éxito que los hijos de españoles. De lo contrario y según Macarrón “tendrán menor sentimiento de arraigo español. Lo normal es que cuando uno está en tierra que percibe como extraña, idealice la otra, que en muchas ocasiones ni conoce”. Para Jiménez se trata de una cuestión cultural: “antes de seguir estudiando, prefieren trabajar. Es un problema de mentalidad y algo sobre lo que debemos actuar. Porque si no si se van a crear los guetos como ha sucedido en Francia donde sus poblaciones migrantes de 2ª y 3ª generación no han seguido la misma línea educativa que el resto de la población”.

Además, según el índice Internacional MIPEX, España no cuenta con una buena política para la inmigración, que en los últimos años se ha centrado más en las cuestiones de asilo y fronteras que en las políticas de integración.

Dentro de los aspectos a mejorar está también el cambio de mentalidad. Por un lado, suya, tienen que ver que España es un país de oportunidades, y debemos hacerles llegar que con esfuerzo nadie va a mirar su color de piel. Algo en lo que también debemos trabajar nosotros, para no cosificarles en un determinado puesto o empleo por su nacionalidad.

Además, alguien que emigra a un país también debe poner de su parte para la total integración. Los valores constitucionales deben cumplirse subraya Macarrón quien explica que: “pueden tener su religión, pero los valores básicos son incondicionales. No valen excepciones alegando que son cosas de su cultura. Hay que tratar a todos por igual”.

Sin embargo, no todo es negativo, contamos con algunos puntos fuertes. Por un lado, no somos un pueblo históricamente racista. Nos hemos mezclado siempre sin problema. Según Jiménez tenemos que estar satisfechos porque las oleadas han sido intensas y se han producido en un periodo corte de tiempo: “la sociedad española ha sabido hacer un cambio enorme abriéndose a dinámicas poco conocidas. Por supuesto quedan colectivos de marginación, pero en términos generales hemos mostrado niveles de apertura aceptables”.

Además, somos un país con servicios públicos gratuitos y accesibles a todos por igual, como es el caso de la sanidad y la educación, lo que ayuda a no sentirse excluido. Tenemos un estado de bienestar bueno.

Podemos presumir de haber logrado hasta el momento una incorporación de la inmigración a la sociedad sin experimentar apenas conflictos sociales. Pero aún estamos lejos de países como el Reino Unido que cuenta como alcalde de Londres a un hijo de inmigrantes paquistaníes. Por ahora, la integración en España se produce en la zona baja de la estructura ocupacional, por lo que una vez más, el proceso educativo es la principal baza para el cambio.

Las historias de los que han llegado a España

Bellamira Rincón, tiene 32 años y es de República Dominicana. Llegó a España hace 7 años para estudiar y convertirse en profesora. Los primeros años no le fueron mal, e incluso hizo prácticas en alguna empresa: “fue fácil el nivel de integración, porque compartimos el mismo idioma y muchas costumbres. Aunque sí que he recibido alguna vez insultos por el color de mi piel”.

Su niño, Marco Antonio, tiene 2 años, nació en 2021. Su padre es español: “a diferencia de lo que me pasa a mí, como tiene un color más claro de piel, creo que tendrá más puertas abiertas. A día de hoy, en su guardería lo tratan igual que a los demás”. Su hijo sólo conoce España: “le gusta todo de aquí, la tortilla de patata, el cocido, él es de aquí. De hecho, no ha tenido oportunidad de ir aún a mi tierra a conocer a mi familia”.

Flor Morena es peruana y tiene 31 años. Lleva en España 5 años y ha tenido aquí un bebé: “mi llegada fue fácil, la gente me trató muy bien, no he visto racismo y a mí nunca me han dicho nada”. Sus primeros problemas llegaron a raíz del nacimiento de su hijo, tiene DNI español, pero le resulta imposible realizar el trámite administrativo en la Seguridad Social: “cada vez que le quiero llevar al médico me tratan mal, yo no tengo papeles y siento como que me tratan así por ser extranjera”.

Pese a ello, Flor tiene claro que su hijo tiene más posibilidades aquí que en Perú: “España es un país que da oportunidades, con esfuerzo y estudiando, llegará a tener un empleo digno. Él es español y quiero que se eduque aquí y con las costumbres de aquí”.

Johana tiene 29 años y también es peruana, igual que su compatriota su llegada fue buena: “la gente siempre ha sido amable y ayuda mucho tener la misma lengua”. Ella llegó siendo menor de edad para estudiar, y no tuvo problemas hasta que cumplió los 18 años. De nuevo, los trámites administrativos, y la imposibilidad de conseguir un DNI hicieron que todo fuera más difícil.

En 2021, tuvo un bebe en España: “mi niño es blanquito, así que no hay casi diferencia con los hijos de españoles. Pero es cierto que una amiga tiene una niña más morenita y sufre acoso, le cortan el pelo y le dicen cosas. Creo que en los colegios donde hay más españoles que extranjeros, si hay algo de bullying, a veces me da miedo llevar a mi hijo al cole”. A pesar de ello, está convencida que su hijo tendrá las mismas oportunidades que el resto de niños en España.











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