22 años y una decisión que le costó la vida: el error de un norteamericano que viajaba por Corea del Norte
El joven estudiante magnífico y prolífico, viajó a Corea del Norte junto a sus amigos y un error fatal le costó un alto precio a pagar

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Madrid - Publicado el - Actualizado
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Las decisiones más pequeñas que tomamos en nuestro día a día, son a veces las que más trascendental nos traen los devenires. Cualquier aspecto que pueda parecernos banal, es en realidad un argumento lo suficientemente capaz de definir si algo en nuestra vida va a salir bien, o si, por el contrario, nos va a traer consigo unas consecuencias deleznables que podamos lamentar por el resto de nuestras vidas.
La historia de Otto Warmbier, es una de las más trágicas que se ha conocido en la historia reciente, y no es necesario remontarse muchos años atrás en el tiempo; de hecho, con hacerlo seis es suficiente. Menos de una década en el destino de un joven al que dos aspectos marcaron su devenir. Viajar a Corea del Norte y ser un ciudadano norteamericano, de los Estados Unidos.
El chico, de apenas 22 años de edad, viajó al país de Kim Yong Un en un viaje junto a sus amigos, realizando unas vacaciones de invierno. Era la navidad de 2015 y el ambiente allí, permanecía como algo peculiar, aunque parecía disfrutar de esa cultura junto a sus amigos, hasta que en un mal día decidió efectuar un gesto que se tomó como ofensa por parte del Gobierno dictatorial. Pero, ¿cómo pudo un destacado estudiante de un suburbio del estado de Ohio terminar en la cárcel de un Estado paria? ¿Y por qué fue liberado en estado de coma?
Otto fue detenido el 2 de enero de 2016, por llevar a cabo un gesto "deleznable y falto de respeto" por parte del ejecutivo local. En el hotel en el que se hospedaba, retiró un cartel propagandístico del régimen, y ello fue recogido por las cámaras de seguridad. Al día siguiente, la administración lo detuvo y lo juzgó.
Cabizbajo y agarrando un documento con una "confesión" preparada, el estudiante de 21 años caminaba frente a las cámaras de la televisión norcoreana para explicar por qué había sido arrestado al final de la gira, cuando se disponía a tomar un avión para abandonar el país. Cerniéndose sobre él estaban los grandes retratos de los antiguos líderes supremos de Corea del Norte, Kim Il-sung y Kim Jong-il. Tenía puesta una chaqueta color crema y una corbata. Antes de hablar, se levantó e hizo una reverencia.
Otto se mostró agradecido ante el gobierno de Corea del Norte por, según dijo, "la oportunidad de disculparme de mi crimen, pedir perdón y rogar por cualquier asistencia para salvar mi vida".
Aseguró que había intentado robar un cartel de propaganda de un hotel a modo de "trofeo" para una iglesia en EE.UU. con la "connivencia del gobierno estadounidense" con el propósito de "hacerle daño a la ética de trabajo y motivación del pueblo coreano". Después, rompería en llanto: "He tomado la peor decisión de mi vida, pero soy tan solo un ser humano".
Un cautiverio criminal
Después de esa declaración, sería la última aparición pública que hiciera el joven estudiante. Otto pasó la friolera de diecisiete meses en prisión en Corea del Norte, como parte de su condena a trabajos forzosos. Después de ese periodo, el régimen lo liberó por caridad humana en estado de coma. El gobierno norcoreano afirmó que esto se debió a que el chico contrajo botulismo, (una intoxicación bacteriana que puede llegar a ser mortal), y que además tomó una pastilla para dormir.
A pesar de todos los intentos del gobierno de Corea del Norte, los doctores en Estados Unidos afirmaron que el chico presentaba daño neurológico grave, que provocó que días después Otto falleciera en compañía de su familia. La historia de Otto no hace más que relatar el drama absoluto que se puede llegar a vivir en un país que no respeta los derechos humanos y que genera un clima de intranquilidad, violencia y extremismo.



