El hombre que enterró el franquismo y abrió la puerta a la democracia en España: "No se trata de hacer lo posible, sino posible lo que es necesario"

El juez deja en libertad provisional a Santos Cerdán al entender que no existe riesgo de fuga ni de destrucción de pruebas, mientras que la Fiscalía Anticorrupción solicita 24 años de prisión para el exministro José Luis Ábalos

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Torcuato Fernández-Miranda, presidente de las Cortes Españolas durante la Transición

Álvaro Fedriani

Madrid - Publicado el

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La Fiscalía Anticorrupción ha solicitado 24 años de prisión para el exministro de Transportes y exsecretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, por seis delitos relacionados con el presunto cobro de comisiones ilegales en contratos de mascarillas durante la pandemia. 

También reclama 19 años y medio para su exasesor, Koldo García, y 7 años para el empresario y nexo corruptor, Víctor de Aldama. El fiscal sostiene que los tres formaban una organización criminal que aprovechó el cargo de Ábalos para obtener beneficios económicos mediante contratos públicos, con pagos en efectivo, regalos y favores, así como presiones para contratar a personas de su entorno en empresas públicas.  

En paralelo, el juez del Tribunal Supremo ha puesto en libertad de Santos Cerdán al considerar mitigado el riesgo de destrucción de pruebas, pese a que los indicios contra él se han reforzado. Cerdán, imputado por organización criminal, cohecho y tráfico de influencias, deberá comparecer cada dos semanas en el Alto Tribunal y no podrá salir de España, para ello se le retirará el pasaporte. La investigación apunta a que actuó como "enlace" entre Transportes y Acciona en adjudicaciones presuntamente amañadas con la sociedad Servinabar, a cambio de mordidas del 2%.

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El exsecretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, llega al Tribunal Supremo para declarar por el 'caso Koldo'

Cerdán y Ábalos, como exsecretarios de Organización de los socialistas, han sido las dos últimas 'manos derechas' del presidente del Gobierno. Pedro Sánchez se refería hace unos años a Cerdán como "un buen socialista, un gran secretario de organización, un extraordinario negociador". Ambos exdirigentes de Ferraz están siendo ahora, sin embargo, investigados por la Justicia dentro del conocido 'caso Koldo', que cada vez se extiende más por la formación política en el Gobierno.

Pese a que, en este momento, nos pueda parecer algo normal, no siempre las 'manos derechas' de los presidentes del Gobierno han terminado tan mal o han sido sospechosos de cometer presuntas actividades irregulares. Hubo un tiempo en el que eran auténticos colaboradores y sus acciones encomiables y dignas de ser recordadas. Es el caso de Torcuato Fernández-Miranda, el presidente de las Cortes Españolas durante la Transición y uno de los culpables de la llegada de la democracia.

LA POLÍTICA ENTENDIDA COMO SERVICIO

A falta de un día para conmemorar los cincuenta años de la muerte de Francisco Franco, conviene recordar aquellos rostros que, una vez muerto el dictador, jugaron un papel decisivo en la transición hacia la democracia. Entre ellos destaca Torcuato Fernández-Miranda, un político y jurista cuya visión y prudencia permitieron dar los pasos necesarios para abrir la puerta a la libertad.

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Torcuato Fernández-Miranda preside las Cortes franquistas durante la jura de un nuevo procurador en 1976

Nacido en Gijón en 1915, Torcuato Fernández-Miranda se formó en Derecho y se especializó en Derecho Administrativo, campo en el que destacó desde muy joven. Su talento le permitió escalar posiciones dentro de la administración del franquismo, llegando a ocupar cargos clave como el de presidente del Consejo del Reino y de las Cortes franquistas, lo que le situó en el centro del poder.

Pero Fernández‑Miranda no era un político convencional. Creía firmemente que gobernar era un acto de responsabilidad hacia el Estado y hacia los ciudadanos, no un juego de ambiciones. Esta concepción del servicio público se materializó el día que el rey Juan Carlos le preguntó qué puesto de responsabilidad prefería, a lo que el asturiano respondió de la siguiente forma: "Majestad, el animal político que llevo dentro me pide la presidencia del gobierno, pero creo que le seré más útil desde la presidencia de las Cortes".

LA SOMBRA DEL REY

Cuando Franco falleció el 20 de noviembre de 1975, España se encontraba ante el momento más delicado de las últimas cuatro décadas. El país necesitaba y pedía un cambio profundo, pero los riesgos de inestabilidad eran enormes. El fantasma de un enfrentamiento civil reaparecía en las memorias de los españoles. Fue entonces cuando Fernández-Miranda asumió un papel decisivo: asesorar al joven monarca, Juan Carlos I, y preparar el terreno para una democracia viable.

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Adolfo Suárez (2i), Juan Carlos I (c) y Torcuato Fernández-Miranda (3d) durante la jura del primero como presidente del Gobierno

Gracias a su profundo conocimiento del régimen y sus instituciones, el asturiano diseñó un plan de reformas que respetaba la legalidad franquista, pero abría la puerta a la democracia. La periodista y cronista Pilar Urbano explica que "muerto Franco se abrían dos caminos. (...) El rey prefería una reforma serena, un paso a paso atemperado, sin acrobacias temerarias. (...) Torcuato se lo había explicado cien veces. Las Leyes Fundamentales no solo eran modificables, sino derogables".

Entre los logros políticos más importantes de Fernández-Miranda destaca su participación en la redacción de la Ley para la Reforma Política, una norma que se publicó en el BOE en los primeros días de 1977 y que permitió a España celebrar las primeras elecciones libres en cuarenta años sin quebrantar el marco legal previo. Además, fue clave en la estrategia que llevó a Adolfo Suárez a la presidencia del Gobierno, un movimiento que consolidó la transición y tranquilizó a los sectores más conservadores del régimen.

Una de las anécdotas que mejor ilustran su manera de pensar ocurrió durante la planificación de estas reformas. Cuando algunos le advertían que ciertas medidas eran "imposibles" dentro de la legalidad franquista, Fernández‑Miranda respondía diciendo que "no se trata de hacer lo posible, sino posible lo que es necesario", una frase que se convirtió en su lema. Con ello enseñaba que la tarea de un estadista no era resignarse a las limitaciones, sino transformar las reglas del juego para que lo imprescindible sea alcanzable.

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Torcuato Fernández-Miranda durante su toma de posesión como nuevo ministro Secretario General del Movimiento

LA MENTE DETRÁS DE LA TRANSICIÓN

El impacto de Fernández‑Miranda trasciende la Ley para la Reforma Política. Su influencia se dejó sentir en la Constitución de 1978, en el impulso de un liderazgo moderado y confiable durante los primeros años democráticos, y en la creación de procedimientos institucionales que garantizaron la estabilidad del país. Gracias a su visión, España pudo abandonar el franquismo sin que hubiera enfrentamientos violentos, mediante un proceso de legalidad y consenso que sigue siendo estudiado hoy como modelo de transición pacífica.

Falleció en 1980, pero su figura sigue viva como ejemplo de prudencia, estrategia y compromiso con el país. No buscaba la notoriedad; su objetivo era cumplir con lo que la historia y la sociedad requerían en ese momento. Y lo consiguió: España pasó de la dictadura a la democracia con un liderazgo responsable, instituciones sólidas y la sociedad preparada para asumir la nueva etapa.

Hoy, cuando recordamos los años finales del franquismo y la muerte del dictador, es justo mirar a Torcuato Fernández-Miranda como el hombre que hizo posible lo necesario, quien, con talento, discreción y una fe firme en la legalidad y el diálogo, abrió la puerta a la España democrática.