Al principio de su alocución, el Papa Francisco se ha fijado en el recorrido realizado a lo largo de este año, desde que su predecesor lo inaugurara oficalmente el 12 de octubre de 2013, un camino que nos lleva a ver nuestra condición de hijos de Dios por el Bautismo. También ha saludado a los Patriarcas y Arzobispos Mayores de las Iglesias orientales católicas presentes y que han participado en la Asamblea Plenaria de la Congregación para las Iglesias Orientales, recordando igualmente a los cristianos de Tierra Santa necesitados de esa paz que da el Señor. Respecto a la Solemnidad de Jesucristo Rey. Francisco ha dicho que el Señor es nuestro Centro al que debemos tender y que cuando lo suplimos por otras cosas, perdemos nuestra dignidad. El Santo opadre ha propuesto a Cristo como Centro d ela Creación y de la Iglesia, Pueblo de Dios. El Pontífice ha invitado a poner en Jesús todas nuestras alegrías, tristezas y preocupaciones, ya que Él también es el Centro de la historia y de los siglos. Al fijarse en el Pasaje del Evangelio según San Lucas que se proclama este día en la Misa y en el que Cristo es ultrajado en la Cruz, el Santo Padre se centra en el Buen Ladrón que se agarra al perdón de Dios, hecho que le ha servido para volver a insistir en la hermosura del hombre cuando se agarra a ese perdón de Dios. En esos momento finales, el Papa ha estampado la firma en la Exhortación Apostólica fruto de este Año de la Fe Evangelii Gaudium, surgida también como consecuencia del Sínodo de los Obispos de octubre de 2012 sobre la nueva evangelización. Al terminar la Santa Misa el Papa ha rezado el Ángelus con una breves palabras en las que ha saludado a todos los presentes. Ayer por la tarde, como el último acto del Papa antes de concluir el Año de la Fe, Francisco presidió el Rito de Admisión al Catecumenado de 500 catecúmenos a los que exhortó a seguir adelante con esa tarea que tienen de común con los cristianos, que es la búsqueda de Dios para alcanzar la Salvación.