El Papa y la cumbre del G8

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Termina hoy la cumbre anual del llamado G-8, una superestructura de poder global que rebasa los objetivos de los grandes organismos internacionales y cuya principal ocupación consiste, en principio, en mantener vivo el diálogo entre los ocho países más poderosos que gobiernan el mundo. En esta ocasión, bajo la presidencia del primer ministro británico, la reunión se ha situado bajo el lema del “retorno a los primeros principios”, una ambiciosa agenda que David Cameron, en una reciente carta dirigida al Papa Francisco, definió como la vuelta a la transparencia de los gobiernos, la fiscalidad más justa y el libre comercio internacional, además de la protección de la mujer y la infancia. Esta carta ha ofrecido al Santo Padre una ocasión de oro para recordar a quienes tienen tanto poder, en qué consisten y qué significan esos principios primeros: que el fin del dinero y de todos los medios políticos y económicos deben estar al servicio del hombre y no gobernarlo.El Papa Francisco ha vuelto a insistir en que el buen funcionamiento económico global tiene dos claves esenciales: la ética de la verdad y la solidaridad gratuita. Y esa ética de la verdad, especialmente subrayada en la Doctrina Social de la Iglesia, implica el respeto a la dignidad de todo hombre. La economía, que tanto preocupa a los gobernantes, no tendría sentido alguno si no procura la salvaguardia de la dignidad humana que empieza con la concepción y prosigue con la posibilidad de mantener la familia, educar a los hijos, buscar a Dios y desarrollar las propias capacidades humanas. Todo un programa para que la paz sea posible en el mundo.

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