Críticas de los estrenos de cine del 7 de junio

Análisis de los estrenos de cine de esta semana: Jerónimo José Martín y Juan Orellana comentan “15 años y un día”, “Populaire”, “Inch’Allah”, “El mensajero”, “Turistas”, “Clara no es nombre de mujer” y “Las aventuras de Los Cinco”.

15 años y un día

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

11 min lectura

Hija del prestigioso productor guipuzcoano

, la madrileña

se ha consolidado como una de las cineastas españolas más interesantes gracias a películas como “Una estación de paso”, “El último viaje de Robert Rylands”, “Cuando vuelvas a mi lado”, “Héctor” y “Siete mesas de billar francés”. Tras cinco años dedicada a diversas series televisivas, ahora regresa al cine con “15 años y un día”. Se trata de un notable drama familiar, dedicado a su padre y galardonado con la Biznaga de Oro a la mejor película y la de Plata al mejor guion en el Festival de Málaga 2013. Lo ha escrito con otro vástago de un prestigioso cineasta,

, hijo de

, fogueado hasta ahora en la pequeña pantalla.

Jon (

) es un conflictivo adolescente de San Sebastián, huérfano de padre. Cuando envenena al perro del vecino y le expulsan del colegio por tres meses, su madre, Margo (

), decide enviarlo con su propio padre Max (

). Desde que se separó de su esposa (

, este rígido militar retirado vive solo en un pueblo de la Costa de la Luz, donde mantiene un intermitente romance con una sensata policía del lugar, la agente Aledo (

). Las relaciones entre abuelo y nieto no serán fáciles, pues a Jon le gusta meterse en líos con los malotes del pueblo —liderados por el ecuatoriano Nelson (

)—, mientras que el ex militar es un hombre de costumbres y reglas muy asentadas, que le llevan a poner a Jon un profesor particular de su misma edad, el inteligente y sensible Toni (

). El único contrapunto amable para Jon será Elsa (

), una chica de origen marroquí, dulce e inocente pero tenaz, que trabaja en un locutorio por las mañanas y en una peluquería por las tardes.

Al igual que “Siete mesas de billar francés”, este sexto largometraje de Gracia Querejeta padece una cierta desigualdad narrativa e interpretativa, sobre todo en la trama de intriga en torno a los chavales del pueblo. Además, la directora madrileña incluye esta vez una breve escena sexual, totalmente innecesaria. De todas formas, las caracterizaciones de los personajes principales están muy logradas, de modo que el joven Arón Piper confirma las buenas vibraciones que generó su trabajo en “Maktub”, mientras que Maribel Verdú y Belén López protagonizan un duelo electrizante en una de las mejores secuencias de toda la filmografía de Gracia Querejeta. Y, sobre todo, a pesar de sus arritmias, el guión mantiene un alto nivel de calidad literaria, frescura y veracidad.

De este modo, adquieren entidad dramática y moral las certeras reflexiones que plantea la película sobre las consecuencias dramáticas de la ausencia del padre —que Gracia Querejeta ya afrontó magníficamente en “Héctor”—, las soledades compartidas o sin compartir que genera el individualismo dominante, el creciente desconcierto de los adolescentes y de sus padres, el papel de los abuelos, los diversos estilos de educar, la necesidad de comprender y perdonar, la conveniencia de la formación cultural… Todo ello —como es habitual en el cine de Gracia Querejeta—, sin deformaciones políticas ni ideológicas, con un humanismo de amplio espectro, realista y optimista a la vez, casi nada discursivo e incluso con sus sabrosos aderezos de incorrección política. En fin, que su brillante factura y su seriedad de fondo —compatible con un excelente sentido del humor— convierten a “15 años y un día” en la mejor película española de la temporada hasta la fecha.

Primavera de 1958. Rose Pamphyle (

), de 21 años, es una chica guapa pero algo torpe y simple, que vive en un pueblo francés con su padre (

), un tendero viudo y cascarrabias. Destinada a ser la esposa del hijo del mecánico local, Rose ansía huir de allí y triunfar en la gran ciudad. La oportunidad le llega cuando viaja a Lisieaux, en Normandía, y la contrata como secretaria Louis Echard (

), el carismático jefe de una agencia de seguros. En realidad, la entrevista de trabajo es un desastre, pero en ella Rose revela un don especial: puede mecanografiar a una velocidad extraordinaria con solo dos dedos. Esto despierta el competitivo espíritu de Louis, que toma a Rose bajo su protección, con el fin de entrenarla y convertirla en una campeona de los concursos nacionales e internacionales de dactilografía. Como es lógico, durante el proceso, Cupido hará de las suyas.

El francés

debuta brillantemente en el largometraje con esta divertida película, que podría considerarse una renovada “comedia de teléfonos blancos” —al estilo de las protagonizadas por

y

hace cincuenta años— si no fuera por un secuencia sexual explícita, afortunadamente breve, que rompe el tono elegante del resto del filme. Se trata de un pequeño defecto en una película notable, de esmerada ambientación pastel, nostálgico acompañamiento musical y ágil puesta en escena. Esa brillantez formal da alas a un chispeante guión, que resume y homenajea todos los estilos de la comedia clásica, y se muestra tan eficaz en los golpes de humor más extravagantes como en los pasajes más melodramáticos.

Alguno reprochará la cierta sobreactuación de casi todas las interpretaciones. Pero, en realidad, se trata de un inteligente recurso de Roinsard para introducir al espectador en el estilo cortés e inocente del cine de los años 50 del siglo pasado, y para que así resulten más verosímiles las mutuas manifestaciones de respeto de los personajes. En este sentido, al tiempo que Romain Duris y Déborah François desarrollan una química total, refuerzan la historia una espléndida galería de personajes secundarios, a los que dan vida con gran vigor actores consagrados, como Frédéric Pierrot,

o

, y estrellas en ciernes, como la francesa de origen argentino

—memorable protagonista de “The Artist”— o el canadiense

, que se lucen en su espléndida caracterización del matrimonio Taylor.

Queda así una estupenda comedia, emotiva y optimista, con un agradable aroma de otros tiempos, pero a la vez, muy moderna de factura, de ritmo y de fondo, sobre todo en su lúcida superación del feminismo radical y de la moral del triunfo a cualquier precio. Una superación coherente con su honesta búsqueda de la auténtica igualdad entre el hombre y la mujer —respetando sus diferencias naturales—, y de un sentido solidario del trabajo, el matrimonio y la amistad.

La directora de Quebec

ha heredado la vocación documentalista de su madre

. Tras diversas experiencias documentales, hizo una especie de making of de la impactante película “Incendies”. Posteriormente rodó en Palestina “Si j’avais un chapeau”, momento en el que decidió hacer “Inch´Allah”, con el deseo de expresar las contradicciones de aquella sociedad, especialmente de sus mujeres, privadas de libertad en su cultura y privadas de libertad por el ejército israelí.

A pesar ser una película de ficción, “Inch´Allah” tiene mucho de documental. Chloé (

) es una médico canadiense que trabaja en una clínica femenina palestina de Cisjordania. Tiene dos grandes amigas: una palestina embarazada, Rand (

), cuyo marido está en una cárcel israelí; y Ava (

), una vecina de la colonia judía, que trabaja como militar en la frontera con el campo de refugiados. Esa amistad que podríamos llamar bipolar, le va generando un desgarro interior que se traduce en rabia, dolor y tristeza. Su compromiso social, y en cierto modo político, sólo le propina incomprensiones en ambos bandos, que van a desembocar en una pérdida total del norte para Chloé.

En el filme se nota claramente el talante militante de Barbeau-Lavalette, y eso no es malo; pero, en su énfasis en la denuncia del drama y la injusticia, la cineasta pierde de vista un horizonte antropológico mayor, y la última palabra la tiene el sinsentido, la irracionalidad y la violencia extrema. Por ello, aunque está muy bien rodada, y sus imágenes tienen mucha fuerza, el resultado es deprimente, y decididamente pesimista. Hay otros muchos filmes, como “Una botella en el mar de Gaza”, que optan por ofrecer superaciones humanas al conflicto, lo cual es más arriesgado... y mucho más interesante.

.

El divorciado empresario de transportes John Matthews (

) recibe la noticia del ingreso en prisión de su hijo Jason (

) por tráfico de drogas. El chico no es traficante; pero, por hacer un favor a un amigo, escondió en su casa un paquete con 2000 pastillas de éxtasis. John propone a la Fiscal General Joanne Keeghan (

) un plan para rebajar la condena de su hijo: él mismo se infiltrará entre los traficantes de droga y le pondrá en bandeja a alguno de sus capos. Pero, para ello, va a tener que arruinar la vida de Daniel James (

), uno de sus empleados ¿Vale todo para salvar a tu propio hijo?.

Basada en hechos reales, “El mensajero” es un excelente ejemplo de cine “made in Hollywood”. Buen guión, buen suspense, los clásicos ingredientes del género, y todo bien trabado de conflictos morales y emocionales al menos interesantes. No hay nada novedoso ni deslumbrante, pero se aplica con tanta precisión la maquinaria del género, que funciona perfectamente. Al ver como protagonista al ex luchador de wrestling Dwayne Johnson y como director y coguionista al californiano

(“La sombra del crimen”, “Felon”) —que antes fue especialista y coordinador de especialistas—, uno podría pensar que se trata de una cinta más de acción. Pero no es así. Sus responsables optan por trabajar los conflictos morales, las relaciones familiares y los dramas personales. Y es una excelente opción.

Chris (

) es un treinteañero bastante friki que quiere mostrar sus lugares favoritos —entre ellos, el Museo del Tranvía y el del Lápiz— a su introvertida novia Tina (

), que anda traumatizada por los despotismos de su madre Carol (

) y la reciente pérdida de su mascota más querida. De modo que ambos emprenden un largo viaje por las islas británicas en la amada caravana de Chris. Pero lo que empieza como unas vacaciones idílicas, acaba convirtiéndose en una espeluznante pesadilla cuando esa pareja singular se deja llevar por sus instintos sádicos y asesinos.

Premio a la mejor actriz (Alice Lowe) y al mejor guion en el Festival de Sitges 2012, y premiada en otros festivales menores, esta comedia gamberra del inglés

(“Kill List”, “Down Terrace”) asienta su supuesto atractivo en su ácrata tono antisistema y en su macabro humor negro. Al principio, algunos de sus golpes surrealistas hacen gracia; pero, después, las constantes sanguinolencias gores que provocan sus protagonistas, así como sus obscenas gimnasias sexuales, acaban resultando muy irritantes, también porque carecen de cualquier perspectiva moral.

Jorge (

), un boticario que ya ha cumplido los cuarenta, está casado desde hace años con Ruth (

), su novia de la Facultad. Como ella no le quiere como se merece, Jorge se refugia en sus amigos y en su querida moto. Juan (

), sobrino de Jorge, es el novio de Ana (

). Ambos planean su viaje de fin de curso a Cuba. Sin embargo, existe una persona cuya razón de ser en este mundo es evitar a toda costa que Ana y Juan estén juntos, por lo que urde un plan para que la relación de ambos se rompa antes de que llegue el fin del curso escolar y todos partan hacia Cuba de viaje. Miles de encuentros y desencuentros surgen entre Madrid y La Habana.

Su distribuidora no nos ha enseñado esta coral comedia de enredo, primer largometraje del español Pepe Carbajo. Por su tráiler, parece bastante cutre y obscena.

Julian (

), George (

), Dick (

), Anne (

) y Timmy son cinco personajes que acompañaron la infancia de los niños nacidos en los años 50, 60 y la primera mitad de los 70 del siglo XX. Fruto de la imaginación de la escritora británica

, ellos eran Los Cinco: cuatro preadolescentes —dos chicos y dos chicas, pues George en realidad se llamaba Georgina— y un perro que se enfrentaban a todo tipo de misterios, de los que siempre salían airosos gracias a sus innatas dotes detectivescas.

Esta película del músico y cineasta alemán

(“Sommer”, “Rock It!”) actualiza la primera novela de la serie, que narra cómo se conocen los cinco protagonistas durante unas vacaciones de verano. Al poco de comenzarlas, se ven envueltos en una peligrosa intriga internacional, en la que varios bandos luchan por hacerse con una novedosa fuente de energía que ha descubierto el Tío Quentin —padre de George y tío de Julian, Dick y Anne—, al que incluso llegan a secuestrar. Pero ninguno de los malos contaba con la irrupción en escena de quienes, a partir de ese momento, pasarán a ser conocidos como Los Cinco.

Su distribuidora tampoco nos ha enseñado esta producción familiar, que, según sus textos promocionales, goza de “el aroma del cine infantil de antaño, cuando los efectos especiales no lo eran todo, y valores como la amistad, el compañerismo, la sinceridad y la lealtad eran lo más importante”. Por su tráiler, parece entretenida y agradable. Habrá que verla. En Alemania ya lo han hecho más de un millón de espectadores.

Visto en ABC

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