J.L. Restán | Línea Editorial

Después de la liberación de Mosul

Parece que el ejército iraquí está dando los últimos pasos para la liberación total de Mosul, la ciudad del norte de Iraq donde el Daesh proclamó su califato. La victoria en Mosul es una estupenda noticia pero no significa el final del califato que se ha replegado hacia la frontera con Siria. Abre nuevos interrogantes y nuevos retos. El Daesh, que ha reunido combatientes nihilistas de todo el mundo, ha sido hasta el momento territorial. Su derrota puede hacerle recuperar formulas no territoriales como las que utilizaba Al Qaeda.En el norte de Iraq está combatiendo una alianza de fuerzas kurdas, chiitas y suníes, con el apoyo de Estados Unidos, que no tienen un plan para el día siguiente. Cada una de esas fuerzas tiene un proyecto diferente para la llanura de Nínive, que es la región en la que se encuentra Mosul. Si Estados Unidos no actúa de árbitro es muy probable que surja un nuevo conflicto. Estados Unidos no tuvo en la época de Obama la capacidad estratégica de planear la paz, y si Trump no corrige puede empeorar mucho las cosas. El prejuicio antichiíta y antiiraní del presidente supone un grave problema. Es el mismo prejuicio que tanto daño está haciendo en Siria. El que le impide trabajar de forma conjunta con los rusos y empeñarse en imponer una forma de democracia que no tiene en cuenta la sociología de la zona. El sufrimiento de los iraquíes y de los sirios exige a las fuerzas regionales e internacionales renunciar a sus prejuicios y a sus proyectos de poder. El objetivo debe ser el bien de las personas.

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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