26 de noviembre
Una pérdida de insospechadas consecuencias
Si nos preguntamos sobre la violencia que sacude las sociedades occidentales, surge la necesidad de hablar sobre la pérdida del sentido de la vida

Una pérdida de insospechadas consecuencias
Madrid - Publicado el
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Cuando nos preguntamos sobre las oleadas de violencia que sacuden las sociedades occidentales, surge la necesidad de hablar a fondo sobre la pérdida del sentido de la vida y sobre la caída de las certezas que procedían de su tradición cristiana ampliamente compartida. Algunos destacados militantes del ateismo más agresivo, entre los cuales figura el biólogo Richard Dawkins acaban de exponer en un programa de la televisión británica que el declive del cristianismo está dañando seriamente a la sociedad. Después de haber acusado a la religión como el “veneno” del pueblo, estos paladines del laicismo más radical están observando que el “nuevo orden” que pretendían fundar no ofrece ninguna base moral sólida que distinga el bien del mal, la verdad de la mentira.
Uno de ellos, Douglas Murray, asegura que el laicismo no ha sido capaz de forjar una visión ética sobre cuestiones fundamentales de la vida, por lo que, tal vez, “estemos obligados a reconocer que la fe es la mejor opción”. El propio Dawkins, en declaraciones al periódico “The Times”, ha llegado a la conclusión de que acabar con la religión “sería algo terrible porque daría a la gentes licencia para hacer cosas realmente malvadas”. Estos célebres exponentes del ateísmo intelectual vienen a dar la razón a lo que advirtió mucho tiempo atrás el gran escritor ruso Fedor Dostoiewsky: que si Dios no existiera todo estaría permitido.



