La reunión del presidente del Gobierno con los presidentes autonómicos en el monasterio de San Millán de la Cogolla despliega una agenda de temas de ineludible trascendencia. La reunión estará presidida por el Rey Felipe VI, lo que implica un mensaje de unidad de profunda carga simbólica.

Mientras padecemos continuos rebrotes del virus, la coordinación de políticas sanitarias entre el gobierno de la nación y los autonómicos es una imperiosa necesidad, entre otras razones para hacer más eficaces las experiencias y los modos de gestión a la hora de controlar la pandemia.

También está sobre la mesa el reparto de los fondos procedentes de la Unión Europea. De la reunión de hoy deben salir unos criterios claros sobre cómo se van a destinar esos 140.000 millones de euros, así como el modelo de gestión y control de los gastos. El mensaje de unidad de las comunidades autónomas con el Estado, en este momento, es clave también para nuestra imagen en Europa.

Por eso, es irresponsable la ausencia del presidente de Cataluña. Al margen del claro error político, en el fondo subyace una pretensión de destacarse del resto y singularizar una identidad que solo parece tener sentido en conflicto con el Estado español. Torra antepone una vez más sus obsesiones ideológicas al bien general de los ciudadanos de Cataluña, a los que deja sin representación. No son de recibo, en esta grave circunstancia histórica, la insolidaridad, la falta de lealtad institucional y el desprecio declarado al futuro de todos.