Han pasado veinte años desde que los Reyes de España, don Felipe y doña Leticia, celebrabaran un día como hoy el sacramento del matrimonio en la catedral de La Almudena de Madrid. En aquella ceremonia, el cardenal Rouco dijo a los contrayentes que su matrimonio, inserto en la línea dinástica y en la historia milenaria de la Monarquía Española, les exigía un plus de disponibilidad al servicio a España, absolutamente único y singular, y que comportaría, por su propia naturaleza histórica y jurídica, gravosos sacrificios y una entrega incesante al bien común de la sociedad española.

En este tiempo los Reyes de España han construido una familia que se ha convertido en el símbolo de la entrega y el servicio, con la ejemplaridad debida a la hora de afrontar los desafíos de una sociedad cambiante como la española. El matrimonio de los Reyes ha contribuido a la continuidad en el ejercicio de las funciones que a la persona del Rey se le atribuyen en la Constitución española. El Rey Felipe VI y la Reina Leticia han sabido ganarse el afecto del pueblo y han hecho posible la combinación entre lo que procede de la historia de una institución como la monarquía con la novedad y actualización de su forma en estos tiempos de mutaciones políticas y sociales.

El hecho de que la sucesión dinástica esté garantizada en la persona de la Infanta Leonor, cuya esmerada formación junto a su hermana ha sido uno de los desvelos de sus padres, implica que el futuro de la monarquía está garantizado pese a los síntomas de desestabilización política y social que emergen en el horizonte.