Mientras ganaderos y agricultores preparan una manifestación masiva de protesta para el próximo mes de marzo, el ministro de Consumo, Alberto Garzón, ha ratificado sus declaraciones sobre la supuesta mala calidad de la carne que España exporta, al sentirse respaldado por la vicepresidenta Yolanda Díaz. Con apoyo de un video grabado a Pedro Sánchez hace dos años, Garzón afirma que su crítica está en la línea de lo manifestado entonces por el presidente, además de responder a los argumentos estratégicos del Gobierno y de la propia Comisión Europea.

Aunque todo esto puede parecer un nuevo esperpento del sanchismo, las polémicas declaraciones del ministro de Consumo y la ofensiva dialéctica lanzada contra él por varios líderes del PSOE revelan la inconsistencia de un gobierno de coalición cuyo armazón ya aparecía cuarteado desde primer momento. Lo más lamentable del "caso Garzón" es que ha desprestigiado gratuitamente a la ganadería y a la industria cárnica españolas sin que el presidente del Gobierno pueda hacer otra cosa que azuzar a sus peones para que pongan en evidencia a uno de sus ministros. La primera prerrogativa de todo jefe de gobierno es componer con libertad su propio gabinete ministerial, y ha quedado en evidencia que Sánchez no está en condiciones de hacerlo. Pero quizás estemos en el preámbulo de un divorcio que tiene que llegar, tarde o temprano, para que PSOE y Podemos libren su batalla en las próximas elecciones.