El Partido Popular ha vuelto a ganar las elecciones generales. Lo ha hecho con gran autoridad, superando incluso al PSOE en feudos tradicionales de voto socialista como Andalucía, y aumentando en el conjunto de toda España de forma muy importante en número de votos y escaños. Por su parte, el PSOE se sitúa a la baja sobre los números conseguidos hace seis meses, que ya fueron los peores de su historia, y Unidos Podemos ha reconocido que han obtenido unos malos resultados, a pesar de la presentación conjunta de Podemos e Izquierda Unida, muy lejos de las expectativas creadas y que ellos mismos habían llegado a dar por seguras apenas cerrados los colegios electorales. Aunque puede parecer que el puzzle del escenario postelectoral es similar al de diciembre, los ciudadanos no han votado exactamente lo mismo ni el equilibrio de fuerzas es idéntico. La realidad es que para todos los partidos, excepto para el PP, los resultados han sido peores que en diciembre. El centro-derecha en general y concreto el Partido Popular salen muy reforzado de estas segundas elecciones. Cabe esperar que los líderes de las distintas fuerzas políticas hayan entendido esta vez sí el mensaje de las urnas, porque los españoles han optado por la continuidad, el reformismo sensato, la moderación y la estabilidad institucional y no por el frentismo, los vetos, las líneas rojas y las aventuras desconocidas e irresponsables.