Este lunes se van a reunir Sánchez y Casado. Lo que debería ser una noticia normal se vuelve importante dado el nivel de polarización al que ha llegado la vida política española. Mucho antes de que Sánchez consiguiera la investidura estuvo claro que el actual presidente del Gobierno no quería apoyarse de ningún modo en el PP, aunque eso le obligara a corregir lo prometido en campaña y llegar a acuerdos con ERC, e incluso con Bildu. Recordemos que la misma noche electoral llamó a Pablo Iglesias para cerrar un acuerdo de Gobierno. Sánchez no quiso saber nada de un acuerdo con constitucionalistas tras las elecciones de noviembre. En la investidura navideña, desde las primeras palabras del primer discurso quedó claro que Sánchez iba a recurrir a la manida fórmula de echar la culpa al PP de casi todo. Antes de las elecciones de noviembre, Casado, escaldado por el retroceso de las elecciones en abril, le dio un tono más moderado a su oposición. Tendía una y otra vez la mano para llegar a pactos de Estado. Ahora Casado exige que se cambie el modo de elegir a los vocales del CGPJ para llegar a un acuerdo en su renovación. Sería lo ideal pero recordemos que el PP tampoco avanzó en despolitizar la justicia.

Sería conveniente que las cosas se serenaran. El Gobierno debería volver a la lealtad institucional y evitar cualquier demonización de la oposición constitucionalista. Y es también necesario que el PP se abra a la posibilidad de llegar a los acuerdos de Estado que ofrecía antes de las elecciones.