Uno de los aspectos más preocupantes del acuerdo de gobierno entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias es el referido al presente y al futuro de Cataluña. Mientras la violencia sigue presente en las calles y la policía francesa ha tenido que intervenir para que se abra la frontera de La Junquera, bloqueada durante treinta horas por los radicales independentistas, el acuerdo de las izquierdas afirma que garantizará la convivencia y fomentará el diálogo en Cataluña dentro de la Constitución. Bien está, pero nada se dice sobre cómo asegurar el orden y el cumplimiento de la ley mientras la Generalitat de Torra mantiene su desafío abierto a la legalidad.

Si hay un aspecto que ha enfrentado a PSOE y Podemos ha sido el de las medidas que se debían aplicar en Cataluña. Sánchez decía no hace mucho que sus diferencias con Podemos en esta materia eran “insalvables”. Este acuerdo augura, entre otras razones por la necesidad de sumar el apoyo de ERC, una postura de ambigüedad y cesiones muy preocupantes.

Efectivamente, ERC no ha tardado en sumarse a la barra libre de Pedro Sánchez para pedir que vuelva a Pedralbes y constituya una mesa de diálogo de los partidos con la presencia de un relator, como si de un conflicto internacional entre iguales se tratara. Esperemos que con este acuerdo, apenas explicado, Sánchez no lleve a la Constitución hacia el abismo.