El Cardenal Omella, con palabras del Papa Francisco, ha hecho un elogio de la buena política, aquella que cumple un papel imprescindible en beneficio de la sociedad en lugar de servir como coartada para los intereses privados de algunos. En el discurso de apertura de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal, el Arzobispo de Barcelona ha afirmado que por el camino de la polarización y de la tensión social no se llega a ningún buen puerto y que solo la concordia y la cooperación nos harán crecer como país.

Ante el riesgo de que afloren el resentimiento y la división, debemos potenciar la amistad cívica para vencer un desafío que no solo es sanitario, sino también económico, social, político y espiritual.

Como el Papa Francisco dijo recientemente al Presidente Sánchez, es necesario construir la patria con todos y esta tarea no puede realizarse desde el “borrón y cuenta nueva”. No es momento de divisiones ni de dejar que los brotes populistas irresponsables e ideológicos marquen nuestra hoja de ruta.

Como dijo el Papa, las ideologías sectarizan y no construyen; en este sentido, es necesario que aprendamos la lección que nos deja la historia. Dada la situación de emergencia que atravesamos, debemos evitar tensionar más la sociedad política con cuestiones que no sean prioritarias o que requiera de un debate sereno y profundo. Esa inteligencia es más necesaria en un momento histórico en el que necesitamos de la unidad y de la buena política, aquella que vela por el respeto a la persona humana y que trabaja incansablemente por el bien común.