La reunión de la Coordinadora de los obispos de Tierra Santa, de la que forma parte la CEE, se celebra este año de forma telemática, pero tal vez nunca fueron tan importantes los pronunciamientos como los que se esperan este año. El objetivo es apoyar a los cristianos de Tierra Santa y frenar su éxodo. El contexto político lo condiciona todo. En los últimos cuatro años, Donald Trump, en complicidad con el Gobierno de Israel, ha dinamitado todos los consensos internacionales en relación a Oriente Próximo. La solución de dos estados acordada en Oslo parece más lejana que nunca, con la agresiva política de asentamientos israelí tolerada e incluso fomentada por Washington.

No puede haber estado palestino viable en esas condiciones, lo que aboca a una segregación como la que, de hecho, se está viendo con las vacunas del Covid, con Israel batiendo marcas mundiales, mientras Gaza y Cisjordania intentan a la desesperada hacerse con dosis de la cuestionada vacuna rusa. A la larga, tampoco a los israelíes les beneficia esta inestabilidad, a las puertas de las cuartas elecciones parlamentarias en menos de dos años. Más que nunca se necesitan voces con capacidad mediadora, libres de sesgos ideológicos. La diplomacia vaticana y las Iglesias cristianas presentes sobre el terreno podrían desempeñar una vez más esa función, aprovechando el clima de cierta distensión que traerá la presidencia de Joe Biden.