Santiago de Compostela ha sido esta semana el escenario de la clausura de la asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal. En vísperas de la “Visita ad limina” de los obispos españoles a Roma, que comenzará en las próximas semanas, flotaba en el aire la esperanza de ver en 2022 en este mismo lugar al Papa ganar el Jubileo. Santiago es hoy lo que es gracias a Juan Pablo II, subrayó el secretario general del episcopado, Luis Argüello. Y una nueva visita papal tendría sin duda un fuerte impacto.

La tumba del Apóstol representa esas raíces, vivas y todavía robustas, desde la que la Iglesia quiere dialogar con la sociedad y presentar su propuesta. Una Iglesia que, como continuamente subraya Francisco, abraza su historia y mira con esperanza al futuro. En esas claves van a trabajar los obispos en un documento sobre “Persona, familia y bien común”. Frente a la concepción del ser humano como individuo, la Iglesia, familia de familias, defiende un modelo comunitario, en el que, además del Estado, toda la sociedad está llamada a colaborar en la solución de retos como el invierno demográfico, la crisis ecológica o el sostenimiento del estado del bienestar.

Sin olvidar el grave problema social, también específico de la Iglesia, de los abusos a menores. La plenaria celebrada esta semana ha debatido intensamente sobre la materia, y ha aprobado una puesta al día de la normativa eclesial, con la ampliación de los plazos de prescripción o el endurecimiento de las sanciones. Lo fundamental, con todo, es la acogida a la víctima, junto al decidido compromiso de que no se van a ahorrar esfuerzos en prevención.