De las tres citas electorales tan dispares del pasado domingo, en Andalucía, Francia y Colombia, puede deducirse un común denominador: el cambio sociológico de los respectivos cuerpos electorales y el hartazgo de la ciudadanía de los modos de gobernar de los poderes centrales.
Si en las regionales de Andalucía las urnas han dado un severo varapalo al conjunto de la izquierda con el triunfo del popular Juan Manuel Moreno, en Francia ha sido la coalición presidencial la que ha experimentado desgaste, mientras en Colombia el triunfo se ha decantado, por primera vez, en su historia, por la izquierda dirigida por el populista Gustavo Petro.
Puede que el presidente Sánchez no lo haya entendido todavía, pero hay un factor psicológico en juego que va a influir en las próximas elecciones municipales y regionales: el orgullo de ser español que reivindicaba el dirigente popular Juan Manuel Moreno en la noche electoral, junto al orgullo de ser andaluz.
El mensaje es claro: se puede ser catalán, vasco, gallego o murciano sin necesidad de perder la identidad española, todo lo contrario de lo que ha incitado Sánchez con su alianza "Frankenstein". Dicha alianza le ha valido hasta ahora para mantenerse en La Moncloa, pero ha tenido un efecto contrario en el electorado, que no solo ha perdido el miedo a la derecha demonizada, sino que ahora ve la posibilidad de una alternativa real y consistente a las políticas de Sánchez y sus socios, basada en la moderación, el rigor y la lealtad institucional.