Durante 2019 se registraron en Francia tres actos anticristianos cada día. El portavoz de la Conferencia Episcopal confirma que estos actos van en aumento por lo que no deben banalizarse. Cada semana se conocen noticias de cruces rasgadas o imágenes dañadas, cuando no de profanaciones más graves. Las noticias han dejado de ser una anécdota para convertirse en una preocupación para la Iglesia en Francia, pero también para las autoridades municipales y nacionales. De hecho, la Iglesia ha pedido formalmente que el Estado se involucre en la protección de los templos.

La ciudadanía y los poderes públicos deben tomar nota delo incremento del vandalismo anticristiano. Puede suceder que una parte de estos actos vandálicos tenga una motivación económica, cuando se trata de robos, pero la destrucción de objetos de culto o de vidrieras tiene otras motivaciones que no deberían ser ocultadas.

Francia cuenta con 42.258 iglesias y capillas que se enfrentan a las consecuencias de la despoblación de las zonas rurales, algo que también sucede en España o Italia. Esto obliga a cerrar los templos o a instalar sofisticadas alarmas que no todas las parroquias pueden permitirse. ¿Cómo proteger eficazmente todo este patrimonio cultural y espiritual, que además de ser casa de los católicos configura la identidad de una nación? Son preguntas que la Iglesia en Francia y en otros países europeos, pero también los gobiernos, deben afrontar frente a un vendaval destructivo que indica una profunda una crisis espiritual y moral.