Línea editorial: "Libia, nueva esperanza de solución del caos"

Diez años después de la “primavera árabe” que acabó con la dictadura de Muamar El Gaddafi, Libia se encuentra en la antesala de una solución de los conflictos tribales y políticos que la han convertido en un Estado fallido y en fuente de inestabilidad en el Mediterráneo. Este pasado fin de semana, con la mediación de Naciones Unidas, se ha alcanzado un acuerdo con la designación de un nuevo jefe de Gobierno que deberá conciliar a todas las partes enfrentadas y convocar elecciones antes de fin de año.

Se inicia así una nueva etapa de transición hacia una democracia desconocida en las costumbres libias, marcadas por las rivalidades tribales que se reflejan en la guerra que han mantenido las facciones que han dividido al país en dos grandes regiones, el Este y el Oeste.

El Primer Ministro designado es un ingeniero millonario llamado Abdel Hamid Debeibah, que ya ocupó altos cargos a las órdenes de Gaddafi y tiene un plazo de 21 días para formar gobierno. Junto a la problemática reunificación del país, su principal tarea será la de convencer a Turquía y Rusia para retirar las fuerzas militares allí desplazadas en los últimos meses, unas para impulsar las facciones islamistas y otras, con el apoyo de Egipto, para impedir su expansión.

Esperemos que no sea la enésima esperanza frustrada, ya que Libia se ha convertido en un nuevo laboratorio de influencias exteriores que pugnan por mantener bajo su control no solo las grandes reservas de gas y petróleo del país, sino el gobierno que se forme.