Las elecciones europeas que han venido celebrándose en los últimos días han dejado un Parlamento donde la derecha política ha resultado claramente vencedora. El Partido Popular Europeo ha conseguido la victoria y los socialistas han salido derrotados en la mayoría de los países.

Al mismo tiempo, es especialmente relevante el crecimiento de los partidos de la derecha más radical, un fenómeno que, por ejemplo, en la vecina Francia ha provocado que Macron disuelva la Asamblea Nacional y convoque elecciones. En España, a pesar de los esfuerzos del sanchismo por construir un relato a su medida, lo cierto es que no ha habido ningún empate técnico.

El Partido Popular ha ganado las elecciones europeas y le ha sacado 2 escaños y 4 puntos al Partido Socialista, que ha perdido dos millones de votos con respecto a las elecciones de 2019.

Es el propio Sánchez el que de forma vergonzosa ha planteado estas elecciones de forma plebiscitaria, acorralado por las sombras de la corrupción. Si tenemos que hacer la lectura en esa clave, solo en dos ocasiones el partido que estaba en el Gobierno perdió unas elecciones europeas. Fue en 1994 y en 2009. En ambos casos, hubo un cambio en las siguientes elecciones generales.

Sabemos que el tablero político español presenta una situación endiablada, con la conformación del Gobierno catalán a la vuelta de la esquina, y todo ello propiciado en buena medida por la huida hacia adelante de Sánchez para conservar el poder de cualquier manera.

Habrá que ver ahora qué lectura hacen desde el Gobierno y cuáles son los siguientes pasos de un Presidente que ya anunció un amenazante punto y aparte, y que, por desgracia, no se ha distinguido hasta ahora más que por aplicar su particular manual de resistencia a las sucesivas derrotas que ha ido cosechando en las urnas.