El modelo de consumo y desarrollo de los países ricos se refleja en el deterioro del clima, pero la población más pobre del planeta, que apenas contamina, sufre el grueso de las consecuencias.

Es lo que denuncia Manos Unidas en su campaña de este año, bajo el lema “El efecto ser humano”.

En los países del sur es mayor la dependencia del campo, y menor la capacidad del Estado de poner en marcha políticas sociales. En la propia España vemos las consecuencias por la falta de lluvias o los fenómenos climáticos extremos, pero la situación ni de lejos se acerca al drama descrito esta semana por una misionera en Kenia sobre niños desnutridos por la crisis de las cosechas, que solo gracias a la ayuda de Manos Unidas logran sobrevivir. Otro de los participantes en la campaña fue un socio local en Honduras, que denunció cómo las empresas mineras y de la agroindustria expulsan de sus territorios a las comunidades indígenas y esquilman los recursos naturales del país.

Se trata de situaciones, en apariencia lejanas, que, sin embargo, tienen que ver con los estilos de vida de los países europeos.

Si los problemas están estrechamente interrelacionados, Manos Unidas aspira a vincular también las soluciones, y por ello propondrá, a lo largo del año, distintas acciones al alcance de cualquiera. Acciones que marcan la diferencia cuando muchas personas suman sus pequeños granos de arena y ayudan a concienciar a toda la sociedad de que, si el ser humano es responsable de este drama ambiental y social, tiene en sus manos el poder de solucionarlo.